Los clichés del tango (parte I)

¡Cuéntale a los demás!

El Tango como expresión popular ha sido descalificado mediante clichés; en su momento, duramente censurado por las élites dominantes, especialmente en épocas de gobierno autoritario y extranjerizante.

En esos momentos se dio la prohibición de términos lunfardos y determinadas imágenes y temáticas, con evidente propósito de vaciamiento cultural: cuando quieres someter a un pueblo tratas de quitarle sus insignias y socavar su identidad.

También, y hasta la fecha, el Tango ha sido injustamente maltratado con clichés tales como: prostibulario, compadrito, triste, machista, lamento del cornudo, y una larga lista de etcéteras.

Hay otros clichés, asimismo, que si bien no implican una descalificación, no se compadecen con la verdad, como el supuesto origen negro del género. Yo pienso que la incesante repetición de lugares comunes e inexactos respecto de la naturaleza del Tango obedece a varias causas, entre las cuales podríamos aislar:

a) La tendencia por parte de muchos lectores de pensar que porque algo está escrito en letras de molde es verdad.

b) La pereza y facilismo de muchos autores que se limitan a repetir lo ya escrito, reemplazando a la investigación y aún el mero razonamiento por la más cómoda tarea de recopilación.

Si a lo antedicho le agregamos algunas gotas de mala intención y otras de estupidez, la ecuación cierra.

Más investigación, menos clichés

Uno de los pilares de mi tarea de difusión y esclarecimiento es desmitificar algunos conceptos sobre el Tango, erróneamente enquistados en el imaginario popular y que tanto daño hacen a la tanguedad al desvirtuar muchos aspectos del género, en especial frente a los neófitos, que son mayoría: SÓLO SE AMA LO QUE SE CONOCE.

Rosendo Mendizábal, compositor afrodescendiente de tangos

Mi bandera es, desde hace tiempo, FOMENTAR EL CONOCIMIENTO DEL TANGO, más allá de un baile que puede resultar más o menos exótico, más allá del encuentro semanal de miles de bailarines, convocados por un abrazo sin obligatorias implicancias.

Lamentablemente muchos “escritores” –no me refiero a los investigadores, que suelen producir excelentes ensayos que en general no llegan al común de la gente- repiten hasta el hartazgo estos clichés, describiendo la milonga según antojadizas descripciones sin ir más allá, porque ir más allá implica trabajo, estudio, reflexión, y ellos prefieren optimizar la relación costo-beneficio.

Es que les resulta trabajoso ir más allá de las fronteras de las referencias obvias. Por mi parte, y a título personal siempre he preferido el camino legítimo, evitando, escrupulosamente, los atajos.

Endeudados con la historia

Yo creo que los historiadores serios nos deben un libro que arroje luz sobre estos clichés, en forma didáctica y amena, poniendo negro sobre blanco rótulos que no por repetidos resultan veraces.

José Rosendo, compositor afrodescenciente de tangos como Margot.

Digo escritores serios, dejando ex profeso fuera de la cuestión a algunos “escritores milongueros” que pasean su imagen patética por nuestros bailongos, borrando con el codo lo que escriben con la mano a poco que uno los vea actuar en ese ámbito; estafando a los desprevenidos con textos edulcorados y caprichosos, que brindan una lectura absolutamente distorsionada de la realidad y naturaleza del Tango.

También excluyo a unos cuantos “escritores consagrados” que aprovechan la volada y producen textos impresentables haciendo casi inevitable referencia a la figura consular de Don Carlos Gardel. No, de ninguna manera me refiero a estos impúdicos fabricantes de refritos.

¿Cuándo se escribirá este libro tan necesario? ¿Quién lo escribirá? Mientras esperamos a ese autor y a esa obra, permítaseme producir este artículo, aunque sea a manera de aperitivo.

En mérito a la brevedad nos referiremos tan sólo a tres de los clichés: Tango Negro; Prostibulario, y Compadrito.

Vamos, entonces, al análisis de estos clichés:

Cliché del tango negro

Sobre el supuesto origen negro, y específicamente candombero del Tango: el estudioso tipógrafo uruguayo Vicente Rossi, de quien Jorge Luis Borges llegó a decir: “este ahora inaudito y solitario Vicente Rossi, va a ser descubierto algún día, con desprestigio de nosotros sus contemporáneos y escandalizada comprobación de nuestra ceguera… algunas de sus páginas perdurarán famosamente en las antologías”.

Este autor, en su libro “Cosas de negros”, publicado en 1926, afirma, rotundamente: “El vocablo TANGO sonó en el Río de la Plata desde los tiempos lamentables de la colonia. En esa época decir ‘los tangos de los negros’ refiriéndose a los tambores de los negros, se hizo equivalente a decir ‘los bailes de los negros’.

Al decir ‘tangos’, englobaban local, instrumentos y baile, de allí viene el famoso Tocá Tangó, cuando invitaban a reunirse para candombear… y llegamos a 1898, cuando se baila la primera milonga (¿o tango?) en escenarios del Plata, durante una visita a Montevideo del famoso Circo de los Podestá, sin que nuestro Tango haya contado entre sus homónimos anteriores ningún pariente, ni lejano”.

Por su parte, el antropólogo Norberto Pablo Cirio, del Instituto Nacional de Antropología, explica: “es conocida la raíz negra de la palabra TANGO, aunque resta probar la incidencia negra en la gestación de esta música, si es que la tuvo. Aunque existe en el repertorio tanguero una profusa producción de autores afrodescendientes (11 compositores con un total de 277 obras), resulta sintomático que ninguna trate sobre la “negritud” o, lo que es lo mismo decir, todas las obras tangueras que expresan algún vínculo con lo afroargentino, corresponden a autores blancos”.

Una reflexión adicional, y esta de mi cosecha, si algunas estimaciones arrojan un total de aproximadamente 15.000 piezas tangueras, las 277 obras referidas por Cirio no llegan a representar el 2% de las mismas.

No obstante lo señalado, Héctor y Luis Bates (no eran hermanos), en su libro “Historia del Tango”, señalan que el Tango tiene:

De la Habanera, la línea melódica sentimental y la fuerza emotiva.

De la milonga, la coreografía.

Del candombe, el ritmo.

Sobre lo antedicho, además del absoluto desacuerdo sobre estas influencias, que seguramente desarrollaremos en nota futura, cabe aclarar que, de la misma forma en que la aparición de la escritura marca el límite entre Prehistoria e Historia, casi todo lo que se diga acerca del Tango en sus orígenes en el plano estrictamente musical, es motivo de controversia.

Más andaluz que negro

La razón es que en la etapa inicial, precursora, las obras musicales que podrían definirse como tangos surgían de instrumentos solistas, se improvisaban, y eran sus propios autores, en su mayoría “orejeros”, vale decir, totalmente ayunos de conocimientos musicales formales.

Los encargados de ejecutarlas y difundirlas. Lo hacían dentro de su limitado radio de acción y raramente sucedía que otro músico, copiándolas de oído, las llevasen a otros lugares.

Estas composiciones raramente pasaban al pentagrama. Pero tomando en cuenta exclusivamente las obras registradas y publicadas, resulta evidente que la incidencia negra en la música tanguera, resulta prácticamente imperceptible.

Es más, sostengo que el término Tango aplicado a nuestra música ciudadana no viene del vocablo negro sino, por extensión, del Tango Andaluz que desembarcó en los teatros de Buenos Aires, en el marco de la zarzuela, a posteriori de la caída de Rosas, en 1852.

Ángel Mario Herreros

Continua en la siguiente entrega

3 Comments

  1. JuanCarlos Sánchez

    Creo que otro motivo, estimado Angel, es la inveterada costumbre del snobismo muy argentino, que hace preferir letras de las que se ignora totalmente su sentido por aquellas que dicen tanto como las letras de nuestros infinitos Tangos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *