Entrevista a José Mangual Jr., indiscutiblemente maestro del bongó

¡Cuéntale a los demás!

Escuchar hablar de él en mi casa era cotidiano, así como de otros que por mi niñez no tenía la mínima idea de quienes eran, en mi casa en la Séptima avenida de Catia se escuchaba con insistencia algo que tenía que ver con un campanero.

A medida que transcurrió el tiempo mi papá lo nombraba con mucha insistencia y es que ese campanero que sonaba insistentemente tenía un nombre de pila: José Mangual Junior, uno de esos caballos que vivió la época dorada de la salsa en el mundo y sobre todo en Venezuela.

Al encontrarnos en aquella rueda de prensa, Eddie Montalvo le dijo: es la hija de Ángel y como siempre uno de esos tantos hermanos que a papá le regalo la música, acto seguido me abrazo, honrando ese cariño y respeto que ambos se tuvieron.

Luego de esperar varios días, el tiempo justo al encuentro de la entrevista con esta autoridad en el
bongo finalmente se dio el día, lugar y hora y por fin comenzamos a conversar.

– Me dijo que tenía 20 años sin venir a Venezuela y esa última vez fue con su propia orquesta.

– Sí.

– ¿Cuándo fue la primera vez que vino a Venezuela, en qué año?

– Para los ’70 cuándo conocí a tu papá, pero fue con la orquesta de Héctor y con Willie Colón, luego con Willie Colón, después con la orquesta de Héctor y después con Willie Colón y Rubén Blades, muchas veces, aquí en Venezuela. A Soledad Bravo también la conocimos aquí y grabamos 3 LPS con ellas. Yo tengo una trayectoria aquí en Venezuela, ha sido lo mejor para mí. Venezuela ha sido mi segunda casa, lo que tengo se lo debo a Venezuela. 

– Maestro, aquí en una fiesta que se respete no falta un tema de José Mangual Junior. ¿Qué significa ir más allá de lo que es el recuerdo de las personas como músico y más si se trata de generaciones posteriores a la suya hasta la actualidad?

–  Me siento muy orgulloso de que todavía la juventud me escuche; la última vez que estuve aquí, que canté el Mil Amores era una audiencia más joven, pero cantaban conmigo, y se sabían las canciones, ¿por qué?, porque crecieron escuchando esos temas. 

– De esa experiencia, bien nutrida, y bien dilatada que ha tenido como músico, la experiencia con orquesta y estilo propio, ¿cómo le enriqueció?

– Bueno, eso nace aquí en Venezuela, porque yo viajaba con las orquestas, con el disco Tributo a Chano Pozo debajo del brazo, y me llama el señor Luis Francisco Mendoza, que estaba en ese tiempo con la Velvet y me dice, mira, yo tengo como 20 bailes para ti, y yo le dije, ¿20 bailes? Yo estoy aquí con Héctor Lavoe, con su orquesta.  Y me dice, pues mira, está pegado este tema, está pegado este otro, y hay trabajo para ti. 

Ahí fue donde surgió esto, pero ya yo tenía la experiencia de ser el coordinador de la orquesta de Héctor Lavoe, porque resulta cuando ya Willie Colón decide de descontinuar la orquesta, en ese tiempo era Richie Bonilla el manager, y empezó a cancelar los contratos de Willie Colón y le decían de los sitios nocturnos en la ciudad de Nueva York y en el mundo qué pasaba con el cantante, porque estaba pegado el primer LP de Héctor Lavoe como solista, titulado Lavoe

Empieza a llamar a Héctor, pero Héctor no le responde. Entonces me llama a mí y me dice, mira, estoy llamando a Héctor a ver si tú tienes suerte, dile que lo que está pasando, que estoy cancelando los contratos y que él tiene la oportunidad; si quiere, puede meter mano con la orquesta. Todavía no existía la orquesta Héctor Lavoe. Yo lo llamo y él me contesta y me dice, si tú te encargas de la orquesta, metemos mano. Así me dijo y ahí nace la orquesta Héctor Lavoe.

Mangual nos contó que ya él estaba retirado de tocar bongós, pero lo llamó Eddie Montalvo y le contó sobre la idea de reunir de nuevo a la Orquesta de Hector Lavoe, que acompañó en Venezuela, cantando Joseph Amado. Nos dijo: “Cuando yo me muera también quisiera alguien hiciera algo, que se grabe en un tema mío y lo pongan en un nivel muy distinto”.


– Maestro, ¿por qué usted no fue parte de la Fania? 

– Bueno, porque yo no era dueño de una orquesta.  Y todos los directores de la orquesta eran parte de la Fania All Stars, aunque muchas veces (y la gente no lo sabe) había problemas con Roberto Roena, yo estaba en un hotel esperando que, si él no llegaba, yo iba a hacer su trabajo en la Fania. Muchas veces, muchas veces, pero con todo respeto, el trabajo era de él, claro Roberto Roena.

En esos días luego del concierto que dio la Lavoe Orquesta en diciembre, en el 23 de enero, compartimos con ellos en un lugar nocturno donde les agasajaron y descargaron gratamente y le preguntamos cómo hacía para mantener voz que escuchamos intacta.

– Cuando me escuchaste que canté El Campanero, ya yo llevo una pila de años cantando y todas esas canciones por muchas partes del mundo. Ahora Mangual lo que estaba era sentado esperando que alguien lo llamara. Claro, claro. Yo estaba vigente, me cuido, voy para 76 años (al momento de la entrevista)

-Viene de una estirpe, de una familia de músicos que ha tenido un importante aporte a nuestra música afrocaribeña, pero, aquí en Venezuela, el más popular ha sido José Mangual Junior. Usted lleva la bandera, usted lleva el escudo de los Mangual. ¿Qué se siente tener esa responsabilidad? 

– Sí, ¿qué se siente esa responsabilidad que nos toca a veces a algunos de seguir llevando el nombre, el apellido? Este país que es Venezuela me ha dado a mí, como te dije antes, muchas cosas buenas. Y, en cambio, yo también he grabado cosas que han sido aceptadas aquí y después se aceptan en otras partes del mundo.  

Recuerdo un concierto en Poliedro que vino El Gran Combo, La Sonora Ponceña, Naty y José Mangual; dos noches de Poliedro, tu papá estaba ahí y yo era el número tres, pero me dice el Negro Mendoza: «tráete al viejo, porque tengo pegados los tres bongoseros y traigo a mi hermano, a mi papá».  Y cuando arranca los tres bongoseros que yo salgo, en la letra, la primera inspiración: “Hoy se le rinde homenaje al rey de los bongoseros, José Mangual, mi padre. entre todos, el primero». 

Y cuando sale José Mangual, se paró todo el Poliedro a recibirlo. Antes de mi señor padre partir, porque él muere conmigo en la casa, él me decía: «¿tú sabes lo que yo lamento? Que nunca volvimos a Venezuela.» Porque el apoyo que le dio Venezuela a mi señor padre, se lo llevó en el corazón de esa grandeza de que ese Poliedro dio. Al otro día, ¿quién cerró el show? Mangual.

– Maestro, la salsa venezolana, para usted ¿qué significa?.

– La salsa venezolana, muy buena, muy buena. Tenemos al León de la Salsa, Oscar de León, que ha
ido el mundo entero siempre representando su país. Qué bueno. Billo’s Caracas, Los Melódicos, Guaco, mi gran amigo Argenis Carruyo, Dimensión Latina… han representado a Venezuela en alto nivel siempre.

– ¿Cuál sería el mensaje para esos músicos venezolanos que de repente sienten que no hay el suficiente apoyo en la época en la que vivimos y quieren colgar los guantes?

– ¡Oigan, no cuelguen los guantes! Sigan estudiando, sigan pa’lante con su instrumento, porque uno nunca sabe quién está al otro lado mirando y lo puede llevar a otro país o pueden crear algo nuevo. No se entreguen con eso de que ya no hay más futuro con la música, porque Venezuela es un país muy grande y muy poderoso y las cosas pueden cambiar para ese músico. 

– Maestro, yo le voy a hacer una última pregunta que no es menos importante y esta pregunta sale un poco de contexto y es que usted tiene una estrecha historia con Swing Latino, sobre todo con mi padre Ángel Méndez, una amistad bien cercana, una hermandad casi que increíble, pero era un cariño profundo y sincero, háblenos un poco de eso.

– Nos tratamos como hermanos, salíamos a comer, nos reíamos, peleábamos, (pero era una hermandad muy sincera y muy única que hoy en día no se ve. Swing Latino me promocionó muchas veces, indicaba no solamente al venezolano, reseñaba al mundo entero que lo que estaba pasando en este género y nos hace falta.  Se coló Swing Latino para los Estados Unidos y el mundo, dándole, hablando de nuestra cultura y nuestra música.

– ¿Usted quisiera que en algún momento la Revista Swing Latino volviera? 

– Ojalá que volviera de nuevo, cómo no, cómo no, cómo no.  Pero tenemos el recuerdo y todo el trabajo que pasó, tu señor padre y toda la gente en esa compañía. Y de verdad que lo estimo mucho a Ángel, que no está con nosotros, pero dejó un legado que tiene a ti y me quitó el sombrero porque estás en esa misma transformación, muy grande.

Gracias, gracias, maestro.

¡¡Pónle Saborrrr!!

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