Mucho le ha costado a los movimientos soberanistas luchar contra un status colonial que no sólo se deja ver en lo político. Estados Unidos, a punta de “prebendas” sembró alienación, una de sus armas más efectivas para adormecer multitudes en todo el mundo.
Aquellas clarinadas en clave que salían de la garganta de Ismael Rivera y del sabor de su compadre Rafael Cortijo habían comenzado a ser entendidas por muchos en el Caribe. Acudiendo a las sonoridades de su tierra natal desde 1954 cuando Cortijo fundó su Combo, y aún antes, habían logrado no sólo acaparar la atención de melómanos y bailadores de todo el continente sino que habían logrado que su propio pueblo se sintiera reflejado en ese accionar que a punta de bomba y de plena devolvía autoestima, ¡y cómo!
Ya algunas orquestas comenzaron a asomar temas con letras lanzadas como códigos y daba la impresión de que había una avanzada salsera apuntando a la conciencia de todos. Ismael Quintana estaba en esa avanzada junto a Eddie Palmieri: Justicia, La Libertad, lógico, Vamonos pal monte… y en esa onda andaban igualmente Raphy Leavitt y su orquesta La Selecta junto a su único vocalista, Sammy Marrero. Pero había otra avanzada.
El mapa
Cuba contaba ya con Carlos Puebla, y con la Nueva Trova, y desde el Sur se obsequiaba como promesa cumplida la artillería cantada de Víctor Jara, de Quilapayún, de Violeta y los Parra, de Jorge Cafrune, de El Temucano, de La Negra Mercedes Sosa, de Inti Illimani, de Daniel Viglietti, de Alfredo Zitarrosa, de Los Olimareños, de Víctor Heredia.
Venezuela, con Gloria Martín, Alí Primera, Los Guaraguao, el grupo Ahora, La Chiche Manaure, Lilia Vera, Tilo Clara, Carlos Ruiz, y los defensores de la canta de tradición como la propia Lilia, Cecilia Todd, Un Solo Pueblo, Jesús Ávila, Luis Mariano Rivera, Otilio Galíndez y Gualberto Ibarreto entre otros, estaba enrolada en esa vanguardia, a su manera, con temas propios surgidos de la tierra, de la costa, de la esperanza, en la creación de un tremendo grupo de poetas y músicos.
La República Dominicana también tenía su canción de conciencia llevada en tiempo de Bachata, roja. Víctor Víctor, Sonia Silvestre, Nueva Forma, Expresión Joven, Convite y Luis Días son excelentes ejemplos, que además motorizaron aquellos inolvidables 7 días con el pueblo efectuado a finales 1974 y que convocó a lo más comprometido de la canta latinoamericana de entonces para unirse al pueblo trabajador dominicano.
Puerto Rico no se quedaba atrás. Sus voces más sentidas venían del campo, del interior de la isla, con sus seis, sus puntos, sus aguinaldos; allí convergieron José Ángel Ortiz el jíbaro de Yauco, Juan y Luis Morales Ramos, Chuíto el de Bayamón, Luis Miranda y María Esther Acevedo, entre muchos otros.
Pero volviendo a estas décadas recientes, para la segunda mitad de la década de los setenta Puerto Rico contó con el grupo Haciendo Punto en otro Son. Esa agrupación hizo de divulgación masiva temas como Verde Luz, de Antonio Cabán Vale, y Oubao Moin, de Juan Antonio Corretjer. En este grupo, Haciendo Punto en otro Son estaba nada menos que Tony Croato, el inolvidable jíbaro nacido en Italia.
Comenzaron a surgir otros nombres, trayectorias, canciones, poemas, poetas, personajes, todos luchadores en favor de la soberanía de su tierra, y ya en territorio boricua pudimos enlazar esas historias y agregar lo que el tiempo cosechaba. Se abrían más horizontes con autores y cantores como Tite Curet Alonso, Roy Brown, Andrés Jiménez, Antonio Cabán Vale El Topo, Zoraida Santiago, el magnífico grupo Atabal, Lucecita Benítez, el Taller de Música Campesina, Edwin Colón Zayas, los Pleneros, el movimiento danzario como Plenibom de Norma Salazar, sus fiestas propias, esa identidad que lucha y respira.
Claridad
También existe un bastión periodístico de resistencia de la conciencia y del arte de Puerto Rico que es Claridad, el periódico de la nación puertorriqueña, que ya llega a sus 65 años de vida y combate.
En Claridad se puede apreciar en su exacta dimensión la obra de Don Pedro Flores, de Rafael Hernández, de Pedro Ortiz Dávila, de Daniel Santos, y por supuesto la de Rafael Cortijo, Ismael Rivera, Lucecita Benítez, Danny Rivera, Andy Montañez…
La obra de Juan Antonio Corretjer, el Poeta Nacional de Puerto Rico es profunda y reflexiva. Obras como Oubao Moin y Boricua en la Luna fueron magníficamente musicalizados por Roy Brown. Está también la obra literaria de José Luís González y estremece su cuento corto La carta. En fin, que las industrias nos vendían a Puerto Rico como tierra de alegría, orquestas bailables y bonanza nada más, cuando la realidad era otra, intensa, dramática, de lucha. Tal vez así vendían la imagen de Cuba, antes del triunfo de su Revolución. “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas: Reciben flores y balas sobre el mismo corazón…” ya había sentenciado la combativa borincana Lola Rodríguez de Tió.
Y ahora
Mucho le ha costado a los movimientos soberanistas luchar contra un status colonial que no sólo se deja ver en lo político. Estados Unidos, a punta de prebendas sembró alienación, una de sus armas más efectivas para adormecer multitudes en todo el mundo. Los luchadores, los prisioneros, los mártires abonan con su ejemplo la titánica tarea de batallar contra la desmemoria.
El Son de Cuba a Puerto Rico, de Pablo Milanés se sigue escuchando:
“Siguiendo el mismo camino
nos volvemos a encontrar
para juntos reclamar
que se cambie tu destino.
Y si acaso le negaran
lo que por fuerza es de usted
yo le invito a volar esta vez
con el machete en las alas”.
Y se entona el verso de Corretjer en la voz de Roy Brown:
“Pues según alguien me cuenta
dicen que la Luna es una
sea de mar o sea montuna.
Y así le grito al villano
yo sería borincano
aunque naciera en la Luna”.
Por Puerto Rico hay que hacer fuerza también afirmando el canto.
Bien lo dijo el líder independentista puertorriqueño Pedro Albizu Campos: “La nación la representan quienes la afirman, no quienes la niegan”.