Pixinguinha, el primer orquestador de Brasil

¡Cuéntale a los demás!

(RCA – 17/02/2023) Con Pixinguinha y su música me pasa lo mismo que con muchos otros autores: me llegó alterado. Hoy 17 de febrero se cumplen 50 años de la muerte del genial compositor brasileño y quiero contarles algo acerca de él. Como siempre, a mi estilo.

Eduardo Parra Istúriz

Y dirán ustedes: “¿Alterado?” Sí. En mi casa algunos géneros musicales eran cosa del día a día: boleros, la tradición venezolana, las baladas románticas y por supuesto, la salsa; pero otros, como el tango o el choro, llegaban traducidos. Verbigracia: Tangos por el Gran Combo o Tangos con Billo‘s, que oíamos en tiempo de son, guaracha o bolero.

En esa lógica, el primer tema de Pixinguinha que yo conocí fue un choro maravilloso llamado Uribatán, en la versión que aparece en el álbum Sólo de Willie Colón. Ese disco se publicó en 1980 y el Eduardo de aquel entonces, con brevísimos cinco años, escuchaba divertido el sonido del píccolo que lleva la voz principal en ese tema, sin sospechar ni preocuparse por su procedencia.

Pero cinco años después (a los breves 10) me acercaría a la música de Brasil en su forma original, cuando el LP Aquarela de Toquinho quedó en mi poder, obsequio de mi abuela Rosa. Ahí comenzó una pasión por Brasil y la MPB (Música Popular Brasilera) que me movió de Roberto Carlos a Tom Jobim, pasando por Caetano Veloso, María Bethânia, Chico Buarque o Milton Nascimento.

De Toquinho adquirí varios LP más tarde. En Made in Coração (Hecho en el corazón), junto a Sadao Watanabe, el maestro guitarrista interpreta Carinhoso, tema que también aparecía en un cassette anónimo que rodaba por la casa.

Un buen día, mi padre llevó a casa un CD de Los hijos de la noche, un cuarteto polifónico nacido en la Universidad Central de Venezuela, con una selección de canciones latinoamericanas. De Brasil estaba Carinhoso que, ahora por fin, ¡tenía letra! Para entonces ya yo entendía bastante portugués.

Todo esto me llevó a investigar al autor de ese tema y apareció una sola palabra: Pixinguinha.

Pixinguinha de Rocha… ¿Junior, Filho?

Pixinguinha fue el cuarto de 14 hermanos. Nació el 23 de abril de 1897 en Rio de Janeiro. Esto lo sabía muy bien su madre, Raimunda Maria da Conceição, pero él mismo no lo supo sino hasta llegar a los «70 años», cuando se organizaron fiestas en su honor. Él creía que había nacido en 1898 hasta que Jacob do Bandolim encontró su acta de bautismo y le informó que, en realidad, tenía 71.

Cuenta el biógrafo Sergio Cabral que Pixinguinha le pidió entonces a Jacob que no se lo comentase a nadie, porque “sería frustrante para mucha gente saber que todas aquellas conmemoraciones (de las que participaban célebres políticos y algunos de los más destacados nombres de la MPB) no tenían razón de ser: su 70º aniversario había pasado un año antes”.

En aquellos años los registros cuando nacía alguien podían ser muy imprecisos. Esto ha generado una controversia respecto a su verdadero nombre, porque mientras en el acta de bautismo consta el nombre de Alfredo, a secas, en el certificado de nacimiento aparece Alfredo de Rocha Vianna, tal como su padre.

La familia Vianna. Pixinguinha en el extremo izquierdo. Otávio «China» en el extremo derecho

Otros documentos lo acreditan con variantes como Alfredo de Rocha Viana Jr. O Alfredo de Rocha Viana Filho, pero a él no parecía importarle, tal vez porque su apodo, Pixinguinha, lo identificaba mucho mejor, y porque fue una creación familiar colectiva.

Su abuela lo llamaba “Pizindim” (niño bueno), que poco a poco mudó a «Pizinguim». Cuando se enfermó de viruela (bexiga, en portugués) apareció el mote Bexiguinha y de ahí Pixinguinha. La viruela le dejó marcas en la cara y, aparte, lo rebautizó definitivamente.

Cómo convertirse en Pixinguinha

Aunque fue a la escuela, Pixinguinha se crió en un ambiente musical que determinó su vocación: su padre era flautista y varios de sus hermanos tocaban algún instrumento: Edith, piano y cavaquinho; Otávio “China”, guitarra de 6 y 7 cuerdas y banjo; Henrique y Léo, guitarra y cavaquinho; mientras que Hermengarda se quedó sin ser cantante profesional, sólo porque papá lo prohibió.

Pero ese mismo papá organizaba fiestas en su casa, a las que iban algunos músicos famosos, como Heitor Villa Lobos, Bonfiglio de Oliveira, Quincas Laranjeira o Irineu de Almeida. Pixinguinha se aprendía de memoria lo que escuchaba en esas fiestas y lo repetía al día siguiente con la flauta dulce.

Pixinguinha a la izquierda. De pie, en el contrabajo, Bonfiglio de Oliveira.

Esta circunstancia hizo que se acercase mucho a Almeida, quien era flautista y le transmitió sus habilidades, que el muchacho aprendía rápidamente. Como premio, su padre le regaló una flauta travesera de fabricación italiana, que le ayudó a destacarse en bailes y fiestas hasta que en 1911 grabó un disco como parte del grupo Pessoal do Bloco (Gente de la cuadra), y también ese año escribió su primer tema: Lata de leite (Lata de leche).

En todo este recorrido, la música que le rodea es un repertorio popular que se toca sobre todo con instrumentos de cuerda, percusión menor y flauta. Choros, valses, maxixes (machichas) y en general, música de las favelas. En 1916 o 17 compuso Carinhoso.

En 1919, al finalizar la I Guerra Mundial, apareció la gripe española y una de las consecuencias fue que las salas de cine se quedaban vacías, porque nadie quería estar en lugares cerrados para no enfermarse (la historia siempre se repite). Entonces al gerente del Cinema Palais se le ocurrió contratar músicos para que tocaran allí, y le pidió a Pixinguinha que formase un conjunto.

Oito batutas.

Fue así como surgió el grupo Oito Batutas (Ocho Batutas) que, a pesar de muchas complicaciones, fue la plataforma con la que Pixinguinha se dio a conocer fuera de su país, empezando por París, donde triunfaron durante meses, gracias a un mecenas que pagó el pasaje. En ese grupo también estaba su hermano “China” y cuando regresaron, tras un enorme éxito, se habían traído consigo el influjo del jazz… y un saxofón.

Con esto en mente, incorporaron saxofón, trompeta, trombón y clarinete a aquel repertorio popular, así que Pixinguinha se dedicó a la creación de novedosos arreglos que elevarían de nivel, sobre todo, al choro. Sin embargo, recién obtuvo su diploma de teoría y solfeo en 1933.

Consolidación de la leyenda

El diploma le abrió una puerta importante: fue contratado para crear una Banda Municipal, pero debido a su afición a la bebida, fue transferido a un área burocrática, en la cual escaló poco a poco hasta jubilarse en 1966, como profesor de artes. Ese fue su trabajo estable.

Trabajaba paralelamente en introducciones de canciones de otros artistas, y como orquestador de la disquera RCA Victor. Fue el primero de Brasil, dado que esa práctica no existía, y por supuesto, fue el gran arreglista del choro, llevando ese género al lenguaje de las grandes orquestas, como las que él lideró en esos años, llegando a obtener importantes reconocimientos.

En 1940 llegó la recomendación del gran maestro Heitor Villa Lobos para que Pixinguinha dirigiese un grupo encargado de grabar junto al maestro Leopold Stokowsky, como parte de una muestra de la alianza entre los países que luchaban juntos en la II Guerra Mundial: cosas de Eisenhower. Pero atención: ese Stokowsky es el mismo que también ese año, dirigió la banda sonora de la película Fantasía, de Disney.

Hablando de cine, nuestro orquestador también tiene en su haber la banda sonora de las películas brasilleñas Sol sobre a lama (Sol sobre el barro) de 1963, y Um dia qualquer (Un día cualquiera) de 1965.

Pixinguinha es considerado el autor y arreglista más importante y prolífico del choro brasileño, porque llegó a componer más de 2 mil canciones, destacándose temas como Um a zero (Uno a cero), Rosa, Vou vivendo (Voy viviendo), Lamentos, Naquele tempo (En aquel tiempo) y Sofres porque queres (Sufres porque quieres).

Los tropiezos de Pixinguinha

La vida personal de nuestro compositor estuvo signada por las dificultades. En 1927 se casó con el amor de su vida, Albertina Pereira Nunes “Betí”, para descubrir ocho años más tarde que tenían un problema de esterilidad. Así que adoptaron a un niño al que llamaron, siguiendo la línea familiar, Alfredo da Rocha Vianna Neto.

En 1928 falleció a causa de un aneurisma su hermano Otávio “China”, quien era su cómplice en las agrupaciones musicales. Tenía sólo 37 años.

En 1946, tras muchos años siendo más que aficionado a la bebida, sus manos estaban temblorosas y no podía controlar correctamente la flauta, así que se dedicó por completo al saxofón. Entonces debió asociarse con un flautista que tenía mala fama, de plagiario, Benedito Lacerda. Aunque no se dio el escándalo y la ruptura que se esperaba para cuando Lacerda se robase un tema, se cree que Benedito pagó la hipoteca de la casa de Pixinguinha a cambio de aparecer como coautor de sus temas, lo cual explica que la dupla no terminase mal.

Víctima, al igual que su hermano, de problemas cardiovasculares (y de la bebida), en 1964 Pixinguinha sufrió un evento tan grave que lo obligó a abandonar su estilo alimenticio, el alcohol y ¡Ay!… el saxofón. Estuvo más de un mes internado y en ese lapso escribió veinte canciones, entre ellas Solidão (Soledad) y Vou para casa (Voy a casa), relacionadas a su situación.

En 1972, Beti se enfermó de gravedad y, afectado por la situación, nuestro compositor sufrió un infarto que lo obligó a internarse en el mismo hospital. Como Beti no estaba al tanto, Pixinguinha aprovechaba el horario de visita para ir junto con su hijo a verla, vestido como si viniera de la calle. Beti murió el 7 de junio sin saber que su marido estaba enfermo también.

El turno de Pixinguinha llegaría el 17 de febrero de 1973, cuando asistía a un bautizo en calidad de padrino y sufrió otro infarto, muriendo dentro de la Iglesia Nuestra Señora de la Paz, en Ipanema, Rio de Janeiro.

Hubo muchos homenajes tras su muerte. Sin embargo creemos que el mayor de todos llegó bastante tarde, cuando por iniciativa del mandolinista Hamilton de Holanda se instituyó el 23 de abril como Día Nacional del Choro, que se celebró por primera vez en el año 2001.

En 2021 se estrenó la película Pixinguinha, um homem carinhoso en la que el músico Seu Jorge lleva el papel principal mientras que Tais Araujo, de fama internacional tras protagonizar la telenovela Xica da Silva, interpreta a Beti.

Tal vez la mejor frase que se haya planteado acerca de él, pertenece a Ary Vasconcelos cuando dijo:

“Si usted tiene 15 tomos para hablar de toda la música popular brasilera, sepa que es poco. Pero si dispone apenas del espacio para una palabra, no todo está perdido. Escriba rápidamente: Pixinguinha”.

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