
«Ese bolero es mío
porque su letra soy yo
es tragedia que yo vivo
y que sólo sabe Dios»
Comienzo con esta estrofa de ese bolerazo, Ese bolero es mío, del dominicano Mario de Jesús Báez (1924-2006), de paso el autor de otro bolero con el título más corto del mundo: Y.
«¿Y qué hiciste del amor que me juraste?
¿Y que has hecho de los besos que te di?«
Pero regresando a Ese bolero es mío y la estrofa que les señalo, vemos que tiene un verso “es tragedia que yo vivo” y es que eso es el bolero: nos transmite nostalgia, duda, furia, dolor, decepción, esperanza, perdón y tragedia.
Aunque por allí estén los boleros desgarradores del gran Tite Curet Alonso, que en su momento nos planteo un bolero bien lejos de la melancolía, de la súplica y de lo meloso del bolero de los años ’30; sus boleros, es cierto, son desgarradores pero apuntaron más al reclamo, a la revancha y al desplante. Basta con escuchar La tirana, Carcajada final y Puro teatro en la voz de la irreverente Lupe. Esos boleros los escribió Don Tite para La Lupe y como anillo al dedo funciona la fórmula, autor-letra-interprete, es decir: «Ese bolero es mío porque su letra soy yo».
Eso es el bolero… nostalgia, duda, furia, dolor, decepción, esperanza, perdón y… tragedia.
Don Tite Curet Alonso habla acerca del bolero en El Libro de La Salsa de César Miguel Rondón, lo siguiente: “La gente cuando habla del amor habla porque este ya pasó y porque quieren que vuelva a pasar, y es allí cuando viene el bolero. El bolero es un acto de agresión, de alevosía, el reto por lo que fue y el reto por lo que vendrá, así es como yo lo veo”. Palabras mayores las de Don Tite Curet Alonso

Esto aparece en el Libro de La Salsa porque en la mayoría de las producciones musicales de las orquestas de nuestro Caribe, antes y después del boom salsero siempre había uno o dos boleros, que de paso siempre fueron bien interpretados, por esos cantores o soneros… ¿Quién lo diría?.
Las producciones salseras nunca estuvieron divorciadas del bolero y como dicen por allí «sonero o salsero que se respete siempre tendrá un bolero bajo la manga» y no uno sino varios boleros. Cesar Miguel Rondón no tuvo reparos en escribir unas cuantas cuartillas sobre el bolero en un libro de salsa.
Voy a contarles dos vivencias que tuve con el bolero y que quiero compartirles. La primera es una vivencia colectiva y la otra es personal, les aseguro que no son historias como para cortarse las venas.
Primer Festival Mundial de Salsa: Poliedro de Caracas
Corría el año 1975, recién se había inaugurado el Poliedro de Caracas que era administrado por Aldemaro Romero y para nadie es un secreto que Aldemaro, aparte de ser un talentoso músico, era afecto a nuestra música del Caribe y fue durante su gestión que se hizo ese Primer Festival Mundial de Salsa.
Muchas veces me ha tocado estar en el sitio que tenía que estar, en el momento preciso y eso se le agradece a la vida. Aquel 4 de febrero de 1975 yo no tenía en mis planes ir a ningún lado, solo llegar a mi casa y descansar después de una tarde de entrenamiento deportivo. Pero me enteré de que un grupo de vecinos se iba al Poliedro de Caracas a ver un Primer Festival Mundial de la Salsa (del tiro se me olvidó que yo estaba cansado y me anoté en esa comparsa), motivados todos porque uno de nuestros vecinos, Tomás Herrera, iba a cantar la orquesta La Renovación dirigida por Nico Monterola. Me aliste y me fui en esa comitiva salsera: solidaridad total con nuestro vecino y amigo de toda la vida, Tomás Herrera. Aparte de eso, el festival reunió a lo más selecto de las orquestas venezolanas y del Caribe, otra motivación más.

Esa noche y las dos siguientes estuvieron en tarima, por Venezuela, la Dimensión Latina, el Grupo Mango, el Sexteto Juventud, el timbalero Alfredo Franchesqui (tremendo solo de timbal) y por supuesto La Renovación con Tomás Herrera y Leo Pacheco de cantantes. Hubo más bandas venezolanas.
¿Qué más podía pedirle a la vida?
Total que entre clave, rumba, salsa y guaguancó transcurrió la noche, hasta que a las 2 de la madrugada más o menos, y si no me equivoco se quedan en la tarima los muchachos de La Orquesta Renovación, cuando de repente Phidias Danilo Escalona, con ese vozarrón que lo caracterizaba anuncia la presencia de una de las leyendas de nuestro Caribe, nada más y nada menos que El Jefe, El Inquieto Anacobero, el Hijo Predilecto de Don Pedro Flores y otros títulos que no mencionaré: el gran Daniel Santos.
¡Dios! ¿Qué hacía Daniel Santos en un festival de salsa? Todos sabemos que fueron muchas las guarachas y sones que interpretó Daniel con La Sonora Matancera, con mucha solvencia, pero para la época ya estaba más dedicado al bolero que a otros géneros. Recuerdo que una de las vecinas que estaba a mi lado dijo: «¿Y para que traen a Daniel Santos?». Yo me encogí de hombros y ya.
El silencio en el Poliedro no se hizo esperar, fue un silencio casi que ritual, sacro: era La Leyenda quien se apoderó de la tarima; no era tontería. Daniel nos paralizo, fue aplaudido a rabiar, disfrutamos de sus interpretaciones, la más aplaudida fue Despedida, y el bolero apaciguó en esos momentos los ánimos volátiles y encendidos, que provocan la salsa y los vapores etílicos. En medio del furor hacía falta ese catalizador: el bolero y Daniel Santos. Bien dice la amiga cantora Marta Doudiers: “Un bolero nunca está de más”.
Tus Recuerdos…
Vengo escuchando bolero casi desde que tengo uso de razón, por aquello de que en mi familia se escuchaba mucho y en la década de los ’60 las emisoras de radio transmitían la música de Billo’s con sus mosaicos y los boleros de Felipe Pirela, más otros intérpretes como Toña La Negra, Alfredo Sadel, Rafa Galindo, Maria Luisa Landín, Sonia López, Virginia López, Bienvenido Granda, Javier Solís o Celia Cruz. La lista es larga y mencioné solo once de los que interpretaron boleros en la década de los ’60 y antes.
Cada época tiene sus intérpretes y autores, el bolero no escapa a este fenómeno y en cada época surgimos melómanos que hacemos de los boleros nuestra historia.
Para el año 1962 ya estaba en el ambiente musical de Nueva York la orquesta de Orlando Marín, quien ya tenía una buena trayectoria, un puesto bien logrado dentro del ambiente musical de La Gran Manzana, se codeaba con los grandes del mambo, los dos Titos, Machito, Joe Quijano y ese año, en 1962 publica su primer álbum para el sello Alegre de Al Santiago: Se te quemó la casa. Recuerdo que ese fue uno de los primeros LP que yo compré de esa música que más tarde le impondrían la etiqueta de Salsa, donde había un bolero que me hizo prestarle atención.

En esa producción casi todos los temas pertenecían al cantante Chivirico Davila; Mi vecina, Quite quite, Tus recuerdos, Ritmo Bembe, No se Detenga y Sin Discusión. Esta de bala, Orlando’s guajira y Aprovéchate son de Orlando Marín. Se te quemó la casa es de Ramón Tito Jiménez.
Es con este LP de Orlando Marín comienzo a escuchar los boleros con detenimiento y a digerirlos, en él se encontraba Tus recuerdos, autoría e interpretación de Chivirico Dávila, uno de esos soneros que al interpretar, como quien dice, la ponía en la China al pasar el bate.
Como les dije al principio ese bolero es drama, nostalgia, engaño, duda, dolor y decepción, letra-compositor-interprete, unos para el otro:
Cada vez que yo miro el retrato
aquel que me diste un día mi amor
las lágrimas en mis ojos
no se detienen de tanto llorar
recuerdo cuando te marchaste
dijiste espera que yo volveré
ya ves han pasado los años
yo sigo esperando por ti mi querer
Ese bolero lo hice mío, a pesar de que a mi nunca me dejaron foto ni me prometieron regresar.