El cantautor Yordano Di Marzo se presentó a casa llena en Buenos Aires como parte de la gira De Ida y Vuelta, que promociona su álbum más reciente, en un formato sencillo y para un público ávido de escuchar y recordar lo mejor de su repertorio.
Eduardo Parra Istúriz
(RCA – 07/11/2024) Cerrado el telón y con el Auditorio de Devoto (en el barrio Devoto de la capital argentina) completamente lleno, bastaron dos riffs de guitarra para que el público reconociera Locos de Amor, exitosísimo tema que escogió Yordano para iniciar su concierto, y se vertiese en aplausos para uno de los cantautores más importantes de Venezuela.
Yordano de ida
Locos de amor, grabado en 1988 para el LP Lunas (el cuarto de su carrera), fue tema de telenovela y por eso se conoció muchísimo, así que la sala se convirtió en escenario de un coro multitudinario, ante la mirada atónita del personal del teatro, mayoritariamente argentino, absolutamente ajeno a esas canciones que son verdaderos himnos para nosotros.
Lo mismo ocurrió con los temas siguientes: Manantial de corazón, No voy a mover un dedo, Hoy vamos a salir y No queda nada, todos perfectamente coreados por un público entregado y perfectamente sintonizado con esos éxitos, incluidos en dos producciones anteriores; el famoso “disco negro” Yordano (1984), y Jugando Conmigo (1986).
La voz de Yordano se acompañó únicamente con su guitarra y el estupendo trabajo de un compañero que hizo las segundas voces y supo recrear muchos de los sonidos registrados en los discos con su guitarra solista. Aunque el timbre y alcance de su voz ya no son los mismos, sus canciones siguen transmitiendo esos sentimientos que hace tres o cuatro décadas hicieron vibrar a los presentes, y también a otros más jóvenes, un poco después.
Yordano de vuelta
Entonces llegó el momento de presentar los temas del más reciente álbum, Ida y Vuelta, que fueron escuchados en respetuoso silencio, pero también muy aplaudidos. La versión en español de For no one, de Los Beatles, fue la mejor recibida, seguramente por ser también la más conocida de todas. Además, canto sus adaptaciones de Downtown train, Wild horses y Play with fire.
El artista aprovechó los pocos silencios del público para contar detalles acerca del nuevo álbum, agradecer la ausencia de sillas vacías, exponer que ya son más o menos 50 años de trabajo musical, y conmoverse al recordar los tiempos difíciles que le tocó vivir cuando necesitó un transplante de médula, trance en el que su esposa, Yuri Bastidas, lo sostuvo y acompañó.
Este bloque cerró con una anécdota graciosa para un tema de despecho: un cantante le encargó una canción de amor fracasado, de soledad; y después de que la compuso le gustó tanto que decidió quedársela. Es así como disfrutamos Alma vacía, antes de tomar el tren de regreso a los ‘80.
Regreso al origen
«Con la brisa de la tarde…» cantó Yordano, y el público coreó el resto de Días de junio, a la que siguió Robando azules, tema que en su grabación original se apoyó con la impresionante voz de Trina Medina. Después vendría el turno de Aquel lugar secreto, la infaltable Perla Negra y un tema mucho más reciente: Enamorarnos otra vez.
A estas alturas ya la gente le había pedido más de 20 canciones de su repertorio que no iba a dar tiempo de cantar, y vino Madera fina, un temazo que adquiere un significado muy profundo y especial cuando se relaciona con el gentilicio venezolano ¡Somos de madera fina!… al cual siguió otro enorme éxito: Por estas calles.
Tras varios pedidos de bis al consabido grito de “otra, otra”, el broche de oro fue Chatarra de amor, canción que no fue exactamente una despedida, porque Il Cavaliere se tomó un tiempo para estrechar manos, volver a agradecer a la gente y, ahora sí, retirarse del escenario.
No nos queda más que tomar prestado el grito de una compañera que, desde su butaca, lanzó un sonoro “¡Gracias, Yordano!”. Un agradecimiento realmente merecido hacia quien nos llevó de nuevo, durante una hora y media, a la tierra que añoramos.