Teníamos días contemplando la lluvia y cómo el agua tomaba las calles, desde las alturas de la montaña hasta el mar del litoral central. Ese declive nos salvó a miles.
Y echábamos la vista hacia atrás, y pensábamos en Lumute y en Graterolacho: “Antes o después del puente La Gabarra es diferente”, o en FM-Liá, la emisora que Fullchola quería tanto, ubicada en el Meliá Caribe, el inmenso hotel que alguna vez cobijó a Eddie Palmieri, mientras se buscaba la forma de sacarlo del país. “Venezuela, a ti yo te canto” corearía después el Maestro.
Y cuando todo se puso el cartel de definitivo surgió la voz de Lilia Vera en el corazón para cantar con Otilio: “Ese mar parece como si supiera…” y el mar sabía.
Dónde estarán los amigos de ayer- dónde andarán mi casa y su lugar -mi carro de jugar, mi calle de correr…
¿Dónde Haydée Briceño y dónde los heladeros haitianos de la Tío Rico?
Cuánto gané, cuánto perdí – cuánto de niño pedí- cuánto de grande logré. Qué es lo que me ha hecho feliz- qué cosa me ha de doler…
24 años han transcurrido desde la aprobación constitucional de 1999, que en el caso de Vargas (hoy La Guaira como estado) pasó por el dolor y el desgarramiento, por un cambio de paisaje para más nunca, por un destierro triste, comenzado para quien escribe cuando el capitán Henry Hoyos pudo montarme en su helicóptero Del Caribe. Paradojas.
Junto al recuerdo van los que me auxiliaron como pudieron, desde mi hijo Uncas y Helena Salcedo hasta Omar Jeanton, Doris Barrios y Juan Carlos Báez, pasando por mis entonces compañeros de El Diario de Caracas desde donde se escribió la primera crónica surgida del barro de Vargas.
Gratitud es la palabra.
Dónde estarán, a un lado de mi piel- los guardo bien, y a veces brotarán.
Me lanzarán al viento- y a mi tiempo me retornarán- para siempre sé. Dónde estarán los amigos de ayer…
Lil Rodríguez
Lil siempre Lil… mis respetos.