Eddie Montalvo Manos de Hierro: «Estoy enamorado de Venezuela» (1 / 2)

¡Cuéntale a los demás!

Teníamos la deuda imperdonable de publicar esta entrevista con Eddie Montalvo «el manos de hierro», ya que se trata de la actualización que hace Swing Latino en la biografía de un músico que es algo más que un amigo, padrino; es familia, esa que te regala la amistad, esa que te llena de sentimientos encontrados y que te lleva a revivir momentos maravillosos e inolvidables.

Se trata de una leyenda viva de nuestra música afrocaribeña. Llevábamos muchos años sin vernos así que quería compartir con él antes de que saliera de Venezuela (tocaba el sábado así que nos vimos el viernes y compartimos junto con amigos de siempre desde el mediodía), antes del show. Al día siguiente se despediría de tierra venezolana. Esta entrevista publicará en dos entregas y aquí va la primera de ellas.

– ¿Cuánto tiempo tenía Eddie Montalvo que no venía a Venezuela?

– Te lo pongo de esta forma. La última vez que yo vine a Venezuela fue con Rubén Blades y Son del Solar, lo voy a decir Seis, porque Son era con otro tecladista que era Arturo Ortiz, Robby Ameen en la batería, y dos trombones que eran Reinaldo (Jorge) y Jimmy Bosch; esa fue la última vez, hace muchos años atrás. a mí siempre me ha encantado Venezuela, es la pura verdad, estoy enamorado con Venezuela, pase lo que pase, siempre agradecido de Venezuela. Siempre he tenido muchas amistades aquí.

La escuela de la calle

– ¿Cuál fue su primera experiencia en la música? ¿Por qué la conga?

– Bueno, muy pequeño, mis padres y yo nos dirigíamos todos los fines de semana a una fiesta en la casa de una tía, en esos tiempos, ahijada, no te voy a mentir, los caballeros iban siempre bien trajeados, con corbata, las damas con las cejas hechas, el pelo peinado, toda una formalidad a pesar de la humildad. Todo el mundo bailando en aquella fiesta y Eddie Montalvo dándole a las mesas hasta decir no más, fue así como me buscaron dos latas de galletas que eran de metal y se convirtió entonces en mi primer instrumento. A los cinco años le pedí a mis padres si era posible que Santa Claus me pudiera traer un bongó, mis padres eran pobres y a pesar de eso el 25 de diciembre apareció un bongó debajo del árbol de Navidad. Un bongó que no tenía llave, un bongó que tenías que ponerle un fogón por debajo para sacar el sonido. A los diez años, sin mentirte, les pedí si era posible que me pudieran comprar una conga y mis padres me compraron una conga que costaba 50 dólares americanos.

A medida que crecí comencé a cruzar la calle donde siempre había una rumba de rumberos, bajé con la conga y me dijeron «¿tú sabes tocar?» Y yo dije «no», entonces me dijeron «bueno, si no sabes tocar no te puedes sentar aquí con nosotros a rumbear». Subí a mi casa frustrado con la conga porque no me dejaban sentarme a tocar en el rumbón.

Héctor «Bucky» Andrade

Da la casualidad que había un conguero que tocaba con Héctor Lavoe, con Willie Colón, en un álbum que se llamaba The Hustler. Él se llamaba Héctor Andrade y tenía un apodo: Bucky. Él me veía todos los días que bajaba con la conga y parece que sintió pena por mí y me dijo «ven aquí», yo le digo «¿usted me está hablando a mí?» Me dice, «¡Sí, tú mismo, ven aquí!», Bucky me dice: «Yo te veo aquí todos los días y a mí me da pena contigo porque yo sé que a ti te encanta la conga, porque te pasas horas sentado en el banquito mirándonos; te voy a enseñar el primer tumbao como se toca en la rumba, rumba de calle.»

Porque recuerda, mi primera escuela de música fue la calle. Mis padres no tenían los chavos. Luego que Bucky me enseñó, me dijo: «Vete a tu casa y practícalo. Cuando creas que estés preparado vienes, pero te advierto que van a estar como cinco rumberos que van a tocar el quinto. Si te cansas, más nunca tocas aquí». Me fui para mi cuarto y practiqué, cuando sentí que papá Dios me dijo baja, que ya estás preparado, bajé. Bucky me mira y me dice, «¿Cómo te sientes?» Y me senté a tocar el tumba’o. Pasaron como siete u ocho rumberos que tocaban y yo todavía estaba tocando el tumba’o, cansado, pero no podía dejar de tocar y esa fue mi primera experiencia, aprendí mucho mirando a los rumberos en la calle, de esa forma me preparé y podía sentarme con todos, tocar la primera parte, tocar la segunda parte, tocar la tercera parte y después quintear, así di el grado que querían y bajaba todos los días a sentarme con ellos.

Estudios formales

A medida que crecí, en mi último año de estudio, vi que tenían una orquesta latina en una escuela de música, pero honestamente, ellos lo que tocaban era un segmento latino, pero todito era música americana. El maestro era italiano. Toque la puerta de esa escuela y el maestro a cargo me mira y me dice, «¿lo puedo ayudar?» Y yo le digo, «vengo aquí porque quisiera saber si es posible que usted me dejara tocar conga aquí con el grupo latino». Me dice: «Ah, no, no, no, mira, m’ijo, congueros los tengo aquí por montones, todo el mundo viene aquí porque quiere tocar conga, discúlpame, ven a verme el año que viene» y así perdí todo ese tiempo frustrado porque yo quería tocar.

Llego el tiempo y comenzó la escuela en septiembre. Intenté de nuevo y el maestro se volvió a negar y allí le dije: «No, no, no, no, espérese, usted me prometió que podía tocar conga aquí» y viendo mi insistencia el maestro me pregunto: «¿tú tocas conga de verdad?» «Creo que sí.» Dijo entonces: «Sácame una conga que está en ese cuarto, quiero que me toque un merengue, un cha-cha-cha y un mambo.» Se lo toqué., y me dijo, «wow, tú tienes buenas manos, comienzas con la orquesta latina de aquí» y es así que me gradué de escuela superior a los 17 años.«

De la escuela al trabajo

En ese tiempo me fui a trabajar en la bolsa de valores en Nueva York y no me gustaba, entonces me fui. Un día me metí en un club de Nueva York y estaba tocando la orquesta de Joey Pastrana. Da la casualidad que alguien le dijo a Joey Pastrana: «mira, tú ves aquel muchacho flaquito que está allí en la esquina, ese muchacho toca conga» y él le dijo al muchacho «dile que venga aquí». Viene hacia mí el muchacho y dice, «mira, Joey quiere que tú vayas allá a la tarima», le respondo: «yo no conozco a Joey. ¿Y tú me estás diciendo que Joey quiere que yo vaya allá si yo ni lo conozco?» «Pues mira ve, te está llamando».

Fui allá y me dice, mira y Joey me dice: «¿Tú quieres tocar un número conmigo?» Y yo dije: «no sé quién le dijo usted que yo toco conga. Yo no toco conga». Y contesta él: «Pero los muchachos aquí están diciendo que tú tocas conga». Y debido a su insistencia toqué un número. Cuando toqué el número, me dijo, «¿Tú quieres tocar aquí?, porque mi hermano, Willie Pastrana, se está yendo del grupo». Y cuando vine a ver, a los 17 años, yo estaba tocando con Joey Pastrana. Entonces, de ahí a allá me fui con Tony Pabón en la protesta. Estuve con Ernie Agosto y La Conspiración, con Adalberto Santiago, Los Kimbos, hasta con La Diferente un poquito, un tiempito nada más; con el gran Héctor Lavoe, con Pacheco, con Pete el Conde, bien rapidito. Entonces con la Estrellas Fania, y las de Puerto Rico.

– ¿Usted suplantó a Ray Barreto en la Fania, de allí el apodo de Manos de Hierro? Relátenos un poco sobre su experiencia con la Fania

-Ah, porque yo siempre tenía las manos duras cuando tocaba. Y me nombraron ese nombre: Ray Barretto Manos duras, y yo Manos de hierro. Eran los músicos y tu papá (Ángel Méndez), él me puso ese apodo, esto nunca se me olvida. Se me olvidó mencionar una persona, Willie Colón, que toqué con él también y grabé el álbum de Siembra.

El relevo de Ray Barretto

No me explico cómo he podido hacer mi trayectoria en la música, porque ¡Bendito, fui público en el Madison Square Garden veía a Fania y nunca en mi vida pensé que yo iba a tocar con las Estrellas Fania! Con relación a la pregunta de que si repasé a Barretto: antes entrar a las estrellas de Fania estaba Johnny Rodríguez, El Dandy. Él se fue y yo entro. Entonces cuando vi a Barreto que quería regresar, yo le dije estas palabras a Ray Barreto: «Con todo respeto a usted, porque es un icono que siempre he respetado, esta silla, yo solamente la estaba calentando, esta silla es de usted.» Y él me dijo en inglés: «Eddie, nos vamos a dividir el show. Tú tocas mitad del show y yo toco la mitad.» Y le decía, «Ray, este asiento es de usted. Yo respeto» y él me dijo: «no, mitad y mitad».

Ray Barretto

Siempre tuvimos tremenda relación. Recuerdo cuando mi padre falleció y Ray vino dos horas y se quedó conmigo en la funeraria. Nunca se me olvida. Y te lo digo de corazón, una de las cosas que yo tengo clavadas en el pecho es que cuando Ray se enfermó, honestamente, yo quería ir a verlo y siempre me decían, Eddie, no puedes ir porque lo tienen en cuidados intensivos y no te van a dejar entrar. Siempre estuve llamando amistades en común que sabían si él estaba saliendo de intensivo o no. Me decían, «Eddie, no hey man no vengas, porque tú vas a gastar tu tiempo», fue así como no lo pude ver, en sus últimos días, solamente cuando falleció que fui a la funeraria.

La misma cosa con tu padre, tú sabes, tu padre para mí es la amistad, y no lo digo porque me estás entrevistando, pero la relación, el respeto que yo le tengo a tu padre, y tú sabes le doy gracias a tu padre, porque fue el que nos hizo a nosotros, y lo digo, claro, papá Dios nos hizo, y con todo el respeto, pero cuando viene a la parte de la farándula, tu papá era la revista que todo el mundo compraba. En los tiempos que yo comencé, en el 1977, viniendo a Venezuela, conocí a tu padre, Ángel Méndez, Swing Latino, con Fernando, el fotógrafo, y la verdad es que nunca se perdió la amistad.

Con Ángel Méndez


Pronto entregaremos la segunda parte de esta entrevista.

¡Pónle Saborrrr!

2 Comments

  1. Marlene Bolivar

    Felicitaciones Yoye x la entrevista a Montalvo, y x el homenaje a Guachafa, todo estubo fabuloso, eres exelente con tu trabajo

  2. Giogerling Mendez

    Gracias amiga Marlene por leer la Columna Swing Latino y por reconocer.i trabajo; recibe un abrazo fuerte y muchas bendiciones 🙏

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