En una entrevista a la señora Ivelisse Rivera, hermana del gran sonero boricua Ismael Rivera, ella afirma que conoció a Benny Moré, y ella refiere una graciosa anécdota.
Su hermano Maelo le contó que en una oportunidad Benny Moré viajó desde Cuba a Puerto Rico para una serie de presentaciones. Una de ellas fue en Ponce. Cuando terminó el evento, Ismael le dijo a Benny que ya era hora de irse, a lo cual Moré contestó: No, yo no me voy de aquí; ¡esto está muy bueno!
Ismael Rivera y su compadre Cortijo insisten con el tema: le plantean a Benny que deben irse juntos porque él no conocía el camino de regreso ni menos el trayecto hasta Santurce, que es largo. Por otra parte, Benny Moré no estaba familiarizado con el sector. A pesar de todas esas razones, Benny se quedó en la rumba.
Cuando el sonero cubano decidió regresar, le pidió a alguien que lo llevase a Santurce. Esta persona, un poco desconfiada, le hace preguntas que Benny no podía contestar, precisamente porque desconocía la geografía local. En última instancia, tratando de convencer al otro, opta por carearlo: ¡Mire, yo soy Benny Moré!
La persona cree que el cubano se está burlando y le respondió: «¡Anda pa’l cará!»
No le creyó, Benny era un ídolo y no tenía sentido que estuviera allí, pidiendo que lo llevasen, y ahí lo dejó.
Pero Benny era un hombre de recursos, muy astuto, así que de alguna manera logró estar en la mañana siguiente en la casa de Ismael Rivera. Apenas llegando, le dijo al buen samaritano que lo trasladó: «Mira, esta es la casa de Ismael Rivera y yo soy Benny Moré».
El buen hombre que le hizo el favor de llevarlo le preguntó:
– ¿Y por qué usted no me dijo que era Benny Moré?
– ¡Si te digo, no me traes!
