Eduardo Parra Istúriz
(RCA / 09/10/2022) “Después del cielo, Cuba; después de Cuba, Olga Guillot.” De tales palabras se sirvió un grande entre los grandes, el compositor Agustín Lara, para referirse a una de las cantantes más queridas de Latinoamérica, quien brindó a su público enormes satisfacciones tras 7 décadas de carrera. Hoy se cumplen 100 años de su nacimiento.
La historia comienza en la capital de la trova cubana, Santiago de Cuba, al oriente de la isla, donde se asentaron cientos de catalanes que llevaron consigo apellidos que hoy asociamos a la música, como Formell, Simonet o claro, Guillot. Cuenta la leyenda que la bandera estelada de Cataluña se inspira en la enseña cubana, pero esa es otra historia.
En Cuba es bien sabido que la necesidad obliga a parir mulatos. O sea, que durante la colonia, las negras africanas se mezclaron con los españoles para sobrevivir, y que los vástagos eran mulatos. Olga era mulatísima, fiel representante de la cubanía, y nació en Santiago de Cuba el 9 de octubre de 1922, fruto de la unión entre una negra y un descendiente de catalanes.
La familia Guillot se trasladó a La Habana, donde Olga se vio atraída por la música. Con su hermana, Ana Luisa Guillot, formó un dúo llamado “Las hermanitas Guillot”, con el que debutó profesionalmente en 1941. Sin embargo, ya había cantado como invitada a finales de los 30 en programas de la radio local.
En aquella época estaba en auge el cabaret Tropicana, donde Olga trabajó como parte del cuarteto Siboney. Poco después se estrenaba como solista y ya no hubo forma de ignorar su voz.
La gloria eres tú, Olga
1946 va a ser un año muy importante para Olga Guillot: su grabación de La gloria eres tú y la difusión de este tema resultaron sumamente exitosos, por lo que fue nombrada “la cancionista más destacada de Cuba”, título que la acompañó varios años más, impulsando nuevas grabaciones y nuevos éxitos.
La estela de éxitos la lleva a grandes escenarios, ya no sólo en su país, sino que también en varios lugares de Latinoamérica y en Nueva York. En 1951 es elegida la Reina de la radio nacional en Cuba.
Hasta ahora, sin embargo, sólo grababa sencillos, y es recién en 1954 que, de la mano del sello Puchito, graba su primer LP, “Olga Guillot, la mejor voz cancionera de Cuba”, en el que aparece el extraordinario bolero Campanitas de Cristal, de Rafael Hernández.
Entre ese año y 1960, grabó 5 discos más para Puchito. Cuando Nat King Cole quiso grabar en español, buscó a Olga Guillot para que lo ayudase con la pronunciación. Pra la historia quedó el famoso “cachitou, cachitou, cachitou mío” en la voz del genio californiano.
En esos años también viajó por Europa, llevando su talento a todas partes. La Guillot se había convertido en una estrella de fama mundial.
Olga Guillot con jalapeños
Cuando triunfó la Revolución Cubana, que nacionalizó gran cantidad de bienes, Olga Guillot perdió sus propiedades en la isla y decidió emigrar. Recaló primero en Venezuela, desde donde pensaba viajar a Estados Unidos. En cambio, la convencieron de residenciarse en México, y allí se quedó por tres décadas.
La sociedad con México y sus artistas fue una simbiosis que benefició a ambos lados de la ecuación. La tierra de cuenta con una robusta industria musical y se encontró con una sociedad que desde los años 40 cultivó el bolero como parte de su cultura. Olga casi jugaba de local en ese país.
María Grever, Armando Manzanero y Roberto Cantoral integraron desde ese entonces el repertorio habitual en discos y presentaciones de la cubana, quien siguió cautivando al público. En 1967 obtuvo el segundo lugar en el Festival Internacional de la Canción con el tema “Bravo” de Luis Demetrio, otro mexicano, también autor de “Si Dios me quita la vida”.
Miami, el destino obligatorio
Tras una veintena de años en la gran industria discográfica, Olga Guillot se convirtió en la cantante cubana más conocida internacionalmente, después de Celia Cruz. Con Celia, además de la cubanía y la fama, también compartió su rencor contra el gobierno cubano, contra el que siempre luchó.
Como si se tratase de un destino inevitable, y a pesar de haber hecho su carrera en México, la vida de Olga Guillot se apagó en Miami, justamente tras asistir al velorio de Roberto Suárez, fundador de el diario El Nuevo Herald, uno de los más duros opositores al gobierno revolucionario.
En ese funeral, el 10 de julio de 2010, Olga se indispuso y fue ingresada al hospital Mount Sinaí. Allí sufrió un infarto y se le indujo el coma, hasta que falleció, dos días más tarde.
Había grabado cerca de 50 discos y participó en 16 películas. Recibió cientos de reconocimientos y premiaciones. 20 discos de oro, 10 de platino y uno de diamante por parte de la industria discográfica son los relacionados a sus ventas, pero hay otros honores que tienen un valor más simbólico.
En México, por ejemplo, dos premios de música y teatro llevan su nombre. En Venezuela recibió tres veces el Guaicaipuro de Oro, y fue reconocida como la “Máxima representante del bolero cubano en el mundo” cuando se le entregó la Orden Francisco de Miranda.
Compartimos con ustedes el primer álbum de Olga Guillot. Disfruten de su voz…