A Fruto lo veíamos en su programa Las casas mas sencillas, el mismo título de uno de sus libros, tomado del programa de su amigo Aquiles Nazoa, Las cosas más sencillas.
El programa de Fruto era tan amoroso y recio como él. Pocas veces hemos visto a alguien empeñado, casi desesperado por transmitir conocimientos, por insistir en el acercamiento urgente a la naturaleza, que encierra toda la sabiduría y la energía universal.
Fruto Vivas aprendió en la práctica artesanal de su pueblo natal, y de la observación de por ejemplo, abejas y aves cuando de construcción se habla. De las circunstancias aprendió la militancia y en exilio entregó a Cuba mucho talento y maestría constructiva.
Nos maravillábamos cuando nos enseñaba, por ejemplo a elaborar una pintura ecológica, sana, con cal, sábila y sal gruesa. Bastante que hemos acudido a sus recomendaciones para tapar fisuras, goteras y rearmar estructuras.
Inolvidable resultó cuando la editorial El Perro y la Rana anunció que editarían Las cosas más sencillas para una Feria del Libro (2012 , por ahí) y no estando en Caracas encomendamos a nuestra querida amiga Martha López de Medrano la tarea de comprarnos el libro. Y Martha contaba que aquello fue como la Galera Tres de Ismael Miranda: puños, bofetones, palos, pero lo pudo adquirir. Acá está.
Otros textos de su autoría deberían ser igualmente reeditados como Reflexiones para un mundo mejor, y Crónicas de la rebeldía y el saber popular.
Partió el magnífico Maestro, militante de la vida, Arquitecto, y estamos convencidos muchos de que así como La Flor de Venezuela es Patrimonio Cultural de la Nación, así debería ser declarado, para salvaguardarlo el conjunto multifamiliar El árbol para vivir, ubicado en Lechería, Anzoátegui.
Que los cuatro elementos de nuestra universalidad también den cobijo eterno a Fruto Vivas, Arquitecto Mayor.
✍🏽🇻🇪 Lil Rodríguez.