Las sonoras en Colombia (I)

¡Cuéntale a los demás!

Sergio Santana Archbold

La acogida de la Sonora Matancera en Colombia a partir de la década del cincuenta del siglo pasado tiene visos de magia desde que comenzaron a sonar en las victrolas de cantinas y estaderos y en las emisoras con programación popular.

Desde 1955, se tiene referencia de los primeros programas radiales especializados con la música de la Sonora Matancera y que aún en nuestros días siguen conmoviendo el dial en tiempos de emisoras virtuales. Las disqueras nacionales (colombianas), comenzando por Discos Tropical y Discos Fuentes, publicaron sus grabaciones y aumentaron su acogida.

Sergio Santana

Estas disqueras, a raíz del éxito comercial de las grabaciones de los sellos Panart y Seeco, motivaron la creación de agrupaciones a las que llamaron “sonoras” para seguir el sendero trazado por los matanceros, y el público colombiano respondió y empezaron a proliferar.

Sonoras latinoamericanas

Este es un breve recuento de estas agrupaciones que, bajo una descripción más extensa de cada una y sus singularidades, puede constituir un libro de muchas páginas y anécdotas.

Existieron agrupaciones del formato Sonora en prácticamente todos los países latinoamericanos. Para destacar en México la Sonora Santanera, la Mexicana de Romulo Morán y Veracruz de Pepe Vallejo y de Toño Barcelata, con las que grabaron Daniel Santos, Bienvenido Granda y Celio González; y Melón y su Sonora, entre otros. La Sonora Boricua y la Sonora Moderna, ambas de Daniel Santos, en Puerto Rico, junto a la Sonora Ponceña en sus primeros años de guarachas y boleros. En Venezuela, la Sonora Caracas con las que grabó Daniel Santos, Bienvenido Granda, Nelson Pinedo, Celia Cruz, Alberto Beltrán y Víctor Piñero, la Sonora Venezuela, la Sonora Maracaibo y Coco y su Sabor Matancero, entre otros.

Sonora Caracas.

En Perú, la Sonora de Lucho Macedo, con quien grabó Daniel Santos, Carlos Argentino, Nelson Pinedo, Miguelito Valdés y Leo Marini; la Sonora MAGtancera y las sonoras de Nelson Ferreyra, Ñiko Estrada, Betico Salas y Alfredo Linares. Y por último tenemos a las que surgieron durante el fenómeno salsero: la Sonora Borinquen con Ray Hernández, Mike Hernández y su Sonora Casino, Sonora New York ca con Jesús Nolasco, Sonora Miami de Juan Vicente Zambrano, las sonoras de Ray Ramos y Javier Vásquez. En Chicago la Sonora Tropical del cantante Harry Vera…

La magia de la Sonora Matancera estaba en la excelente promoción de su sello disquero Seeco, la lucidez comercial y el rigor de su director Rogelio Martínez, la variedad de cantantes –especialmente de los diversos países latinoamericanos–, el selecto repertorio, las giras y la excesiva cantidad de grabaciones, especialmente de guarachas y boleros, que culminaron en la proliferación de agrupaciones, o mejor conjuntos, tipo “sonora”, que al igual que la original matancera, muchas veces se montaban con dos trompetas –Calixto Leicea y Pedro Knight– tocando al unísono en los registros altos del pentagrama, un piano muchas veces percutivo con un tumbao de son constante –Lino Frías–, un bajo sin mucho recurso armónico –Pablo Vásquez “Bubú” –; un timbal de repicar característico de tamaño más pequeño que la paila de los conjuntos, llamado timbalito –José Rosario Chávez “Manteca”– y una tumbadora –Ángel Alfonso Furias “Yiyo”–, como únicos elementos de percusión. El vocalista de turno y los coros asopranados de Rogelio y Carlos Manuel Díaz “Caíto”.

Sonora Matancera

El legado de Arsenio Rodríguez

El llamado conjunto cubano, primero fue concebido por el genial tresero ciego Arsenio Rodríguez a comienzos de la década de los años cuarenta, cuando al tradicional septeto de son incorporó una o dos trompetas adicionales, el piano, la tumbadora y los elementos armónicos que distinguieron a los conjuntos, destacando los contrapunteos de metales, conocido como mambo.

En 1944 fue cuando la Sonora estableció su conformación definitiva, dejando atrás las guitarras de sus primeros años como tuna y estudiantina. La idea era adaptar a su nómina hasta el momento –trompeta, bajo, tumbadora, timbal o paila criolla, coro y vocalista principal-, las variantes que había impuesto Arsenio Rodríguez. El formato de dos trompetas de la Sonora fue más flexible y atractivo, y hasta más comercial que el de Arsenio, y a ello se debió su acogida durante estos años.

Arsenio Rodríguez y su conjunto

La Matancera también tuvo el tres desde sus primeros días con Valentín Cané, y luego con su hijo Humberto, pero tras la salida de éste en 1944 para marcharse a México, el instrumento no encontró reemplazo y la Matancera afincó su sonido al de los septetos, pero también distinto al de los conjuntos.

Estos nuevos rasgos le dieron un sello propio a la Sonora Matancera, que debe su acoplamiento al arreglista Severino Ramos. Así redefinieron su imagen musical y a la larga constituyeron buena parte de su triunfo, que llevó a la proliferación de sonoras con la ambición común de tocar igual a la Matancera y alcanzar sus logros musicales y económicos.

Tras la acogida que logró la Matancera, con las grabaciones de Bienvenido Granda a partir de 1944, y especialmente de Daniel Santos a partir de 1948, Colombia se convirtió en el país de las sonoras, quizás porque aquí fue donde alcanzó sus mayores éxitos y donde existe el mayor fanatismo por la música de los originales matanceros.

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