La Carta

¡Cuéntale a los demás!

La música popular tiene un catálogo de cartas de todos los calibres e intenciones, desde Escríbeme, la carta del venezolano Guillermo Castillo Bustamante a su hija Inés para saber de ella y de su madre, hasta la Carta para Violeta Parra que escribiera Silvio Rodríguez, además de La Carta de la propia Violeta contando la prisión padecida por su hermano, pasando por La Carta que escribió Enrique Hidalgo y que Gualberto Ibarreto recibió de sus manos.

También está la Vieja Carta del mexicano Salvador Flores: “Hoy nuevamente tengo en mis manos la vieja carta” sin olvidar aquella de Néstor Daniel, de Los Terrícolas: “Oh, Carta de Néstor”. Consignamos la del español Manuel Alejandro que Raphael cantó: “A veces llegan cartas…” y no dejamos por fuera La Carta a Eufemia con Pedro Infante ni La Carta de Los Tigres del Norte, también de México.

Son muchos temas epistolares que vienen a cuento en estos días de Cartas que aunque sirviendo de pruebas para la defensa de la soberanía venezolana, dan vergüenza, pena ajena y no queremos ni mencionar para no empavar esta Cota, que está dedicada fundamentalmente a otra Carta, magistral Carta que ha llenado de alegría al pueblo profundo de la América morena, ese que en el sanguinario proceso colonial y evangelizador prácticamente obligó a diáspora y originarios a reconstruir espacios, culturas y ancestralidades.

Claudia Sheinbaum

Nos llena de profundo regocijo que una mujer, Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, en nombre de su pueblo y diríamos que en nombre de todos los pueblos sintientes de la AbyaYala (Tierra viva, que florece) pusiera los puntos sobre las íes en torno a un tema muy sensible en nuestros territorios y que ha sido abordado por un vigoroso movimiento tanto originario como afroamericano.

España se indignó “porque el rey no fue invitado”.

Nosotros aplaudimos, Claudia, contigo.

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