Joe Ruiz, el Duro de la Clave

¡Cuéntale a los demás!


Por alguna razón son cada vez más los que reclaman por la reivindicación de Joe Ruiz, por recomponer la historia que otros tantos han escrito también con su canto y que se está dejando en el olvido.

El encuentro se produjo en un transporte colectivo en Caracas en dirección hacia el entonces Ateneo, hoy Uneartes. A la altura del primer edificio del capitalino Parque Central el conductor se detuvo para recoger pasajeros. Allí se montó Joe Ruiz y se sentó a nuestro lado, para el afectuoso saludo. Venía de la musical zona de San Agustín. Tenía algunos achaques de salud pero esperanzado en superar sus dolencias, y dijo que tenía adelantados algunos proyectos en materia musical y gremial.

Ya estaba al frente de la Asociación Musical del Distrito Federal, hoy Capital. Así llegó el transporte al edificio ateneista y llegó el término del viaje. Fue nuestra última conversación con Joe Ruiz. Meses después, en febrero de 1995, el 18 de ese mes segundo del año Joe abandonaba el camino de los suspiros y ya sin dolor en el pulmón se marchaba a sonear un poco más allá.

A él se dedicó meses más tarde el Primer Festival “Salsa Caracas”. El evento sirvió para el descubrimiento de grupos excelentes, con temas y propuestas serias y endógenas que se transformó en el mejor tributo a la memoria de ese sorprendente personaje, tan de bajo perfil, tan de alta sensibilidad, tan del pueblo, tan del soneo erguido, tan Joe. Las pruebas están allí, en las hemerotecas y en la memoria  de las decenas de orquestas y los miles de asistentes que abarrotaron la Plaza Caracas en 1996, como antes abarrotaron los espacios donde se presentaba el de Pariaguán.

Por alguna razón son cada vez más los que reclaman por la reivindicación de Joe Ruiz, por recomponer la historia que otros tantos han escrito también con su canto y que se está dejando en el olvido. Es la historia de otros músicos y vocalistas como él; es la historia de Nano Grant, Calaven, Perucho Torcatt, Carlín Rodríguez, Moisés Ajoporro Daubaterre, Naty Martínez, William Cumberbache, Freddy Coco Ortega, Carlos Quintana Tabaco, Javier Plaza, Canelita Medina, José Rosario Soto, Orlando José Castillo Watussi, Gerardo Rosales, Mariana Guevara, Calle Luna, Alberto Naranjo y todo lo que hizo, y la del Madera originario y lo que sigue haciendo; en fin, la de muchos por los que se reclama pues los melómanos se niegan a que sean invisibilizados. Pero no basta con eso.

El Maestro José Cheo Linares, músico, compositor y director de orquestas de salsa, señala: “Hablar de Joe Ruiz es hablar de un sonero de salsa, un sonero salsero. Para mí es una gran referencia porque es uno de los soneros venezolanos más versátiles. Hay muchos cantantes de salsa, pero hay pocos soneros. Pocos tienen el talento de improvisar sin salirse del tema. Joe era un sonero, y no solamente natural, Joe se cultivaba, leía poesía y décimas para entrenar la rima y la agilidad. Siempre hacía algo nuevo con la métrica y la melodía. Como sonero urbano siempre creaba trabalenguas, metralletas, robateos, Joe tenía su estilo particular. En el tema Bilongo que hizo con El Trabuco Venezolano se puede apreciar la versatilidad de Joe soneando. Así que sigue siendo una gran referencia para los que seguimos su camino, para los que tuvimos la oportunidad de compartir con él. Nunca olvidemos a este genuino sonero venezolano”.

Joe y el Trabuco Venezolano

Búlmaro

Nació el 17 de julio (hay versiones que indican que fue el 19) de 1948, en Pariaguán, en el estado Anzoátegui. Su nombre de bautismo fue Búlmaro José Ruiz Barrios. Cuando Caracas comienza a tener noticias de él ya Joe tiene 19 años. La capital está de fiesta cuatricentenaria y el muchacho de Pariaguán subiría a tarima en la parroquia La Pastora.

Habría que ubicarse en ese tan especial 1967 de Caracas, lleno de salsa, de artistas, de celebraciones, también de represión, engaños y olvidos. La salsa, redención de los más que tenían menos, fue el hilo conductor de emociones encontradas, de propuestas relegadas, de atisbos…

Para Joe vendría una seguidilla de participaciones en numerosas agrupaciones surgidas al calor tanto del sonido que venía de Nueva York y del Caribe como del sonido propio gestado en Venezuela. Vendrían también las grabaciones, la pegada de temas y la subida por los peldaños del reconocimiento. Que por reconocimiento a su talento fue que se instaló con Federico Betancourt y su Combo Latino, con las Estrellas de Venezuela, con Porfi Jiménez, con el grupo Mango, con las Estrellas Latinas, con el Trabuco Venezolano, con la orquesta Café, y sólo estamos citando a algunas porque la lista es larga y variada e incluye a otras más que hacen parte de la historia a recomponer. En su voz se recuerdan temas como Bravo Rumbero, Zapatero, Ave sin rumbo, Brujería, Acéptalo, Espabílate y Mayembe, entre otros.

Joe y el grupo Mango

En el gremio

Muchos músicos venezolanos recuerdan lo que era la Asociación Musical, por donde pasaron en plan de dirigentes muchos artistas valiosos, y oportunistas también. A esa Asociación Musical se acercó Joe Ruiz. Tal vez había vivido los desencuentros, el desinterés, la desatención, la purga, y la poca estima por la labor  colectiva. Se fajó como los buenos y como los buenos ganó la elección que se propuso. 

Inició su gestión, pero no la culminó. La enfermedad hacía mella, el hospital del Algodonal lo esperaba, los pulmones no daban para más. Allí, en El Algodonal, fue hospitalizado. Le tocó recibir a Carlos Quintana Tabaco, quien también fue hospitalizado. Ambos tenían la aspiración de grabar un nuevo disco. Tabaco uno en homenaje a Maelo y Joe uno de boleros. Ambos quedaron inconclusos. Naty se juró culminar el de Tabaco, que se atesora como joya discográfica. Joe también grabó, pero sigue oculto ese contenido.

El destacado investigador, recopilador, escritor y locutor Jairo Aponte, directivo de Asocrosalsa en Puerto Cabello, y coautor de dos libros en torno al tema salsero declaró: “Joe es una figura imprescindible y un referente obligado cuando se habla de la salsa venezolana porque no copió, no imitó, y la fuerza de su voz era algo impresionante. Cuando uno escucha las grabaciones con el Grupo Mango, con El Trabuco, con Las Estrellas Latinas, con el Maestro Porfi Jiménez. Su trabajo con el Mango es verdaderamente referencial. Además de su calidad para improvisar fue un gran gremialista. Le escuché en una oportunidad conversando con Héctor Castillo y me impresionó su conocimiento y su labor. Su último trabajo fue con la Banda de Gerardo Rosales y por el mismo Gerardo supimos que Joe había grabado un muy buen disco de boleros, que quedó en manos de la familia, y no hemos podido conocer. Joe fue una gran persona y un gran músico”.

Joe y la orquesta Café

Con cierto dilema

¿Viajó? Sí. Claro que viajó. ¿Obtuvo reconocimientos? Sí, claro que obtuvo reconocimientos. ¿Los suficientes? No.

El Joe, El Duro de la Clave, se marchó el 18 de febrero de 1995. Tabaco lo haría el 30 de mayo del mismo año.

Allí queda el testimonio de su cálida y afinada voz, de su estilo único, de su calidad humana, de su sencillez. Ahí están los temas que legó.

En Venezuela se tendría que instituir el encuentro anual de los salseros, para renovar el compromiso con la autenticidad venezolana en la salsa, que no es poca cosa.

Manos amorosas hay para trabajar por la memoria y el legado de los nuestros, como Joe Ruiz, el salsero y sonero que nació en el oriental estado Anzoátegui, en Pariaguán, y falleció con apenas 47 años, el 18 de febrero de 1995 en Caracas. Hace ya 29 años.

Partió ostentando su título de “El Duro de la Clave” por su extraordinario sentido del ritmo. Título vigente.

Esa es la clave.

 

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