Grammy tras bastidores

¡Cuéntale a los demás!

La poca comprensión de lo que realmente sucede, la escasa autovaloración, la desesperada necesidad de reconocimiento extranjero para sentir orgullo, la guerra del ego como depredador emocional.

Todo eso desfila invisibilizado en los Grammy Latinos vinculados, para comenzar, a dos exigencias y a una denuncia, porque ciertamente fueron Larry Harlow y Stevie Wonder quienes llamaron la atención y de alguna forma exigían reconocimiento del Premio Grammy Original a la musicalidad latina. Lo hicieron de frente y con seria honestidad. Después vendría el negocio, no de ellos, sino de otros que vieron el filón: “Es que la industria en español es muy grande, buena, y necesita premio aparte”. Listo!

Un nuevo premio que se otorga mediante un jurado cuyos integrantes no son latinos en su mayoría, un premio que no sale de Estados Unidos, (una sola vez, y eso, cará, a España, auxilio Salsa), un premio que para que no se le vean tanto las costuras comenzó a considerar a algunos cubanos y algunos cayeron en la trampa sabrosa y mortal del ego. Igual pasa con algunos venezolanos. ¿Que tiene tinte político y colonial? Sí, lo tiene y trabaja con y para la alienación con el fin de que la “industria” logre sus capitales…objetivos.

Muy pocos dicen algo de los Grammy. No los examinan, no ven detrás de su fachada, en una suerte de convalidación porque “es necesario el show”.

Bueno, quienes hacen parte de esa rueda se pierden mucha de la originalidad musical certera y de la que beben para lucrar algunos “artistas”. Asunto, allá ellos. Y celebro que el presidente Maduro tocara ese tema con claridad. Le metió el pecho y puso el dedo en la llaga. La clave del Grammy Latino está en la alienación para someter, y si se somete al actor musical, imaginen la caída libre de la creatividad y la belleza.

¿Grammys latinos? Podemos echar el cuento.


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