Ese eres tu y yo soy
del pentagrama una nota,
la risa del limpiabotas,
y el llanto de mi mamá
Yo soy
esa voz, que se levanta
cuando la injusticia arranca
la flor de la integridad…
Estas estrofas las pongo, porque me hacen recordar a un amigo de la infancia: su nombre Jesús, le decíamos Chiripa. Lo conocí en la calle, específicamente en Las Vegas de Petare, tendría yo unos 8 o 9 años (1958-59), un buen día mi hermano y yo lo llevamos a casa, para jugar.
Mi mamá lo vio y sin inmutarse, le dijo… «mira, muchacho, termina de soltar ese cajón, ponlo aquí, en esta mesa», como buen niño limpia botas era cauteloso a la hora de cuidar sus enseres de trabajo y con temor lo puso donde mi mamá había dicho.
Total que jugamos con Jesús. A mi madre no le gustaban los sobrenombres (motes) y nos prohibió decirle Chiripa. Delante de ella le decíamos Jesús, y en la calle…
Llegó la hora de almuerzo y mi mamá nos llama. Ella tenía por costumbre de que un muchacho no sale pa’ la calle sin comer. Jesús o Chiripa dijo: «bueno yo me voy». ¡Más vale que no!
Mi mamá con la autoridad que siempre la caracterizó le dijo «¡Ningún, ningún, usted se sienta a comer!». Mi hermano, El Chiripa y yo devoramos aquel arroz con carne molida y plátano frito.
Así comenzó una amistad, que duró toda una vida.
Nos hicimos adultos y cada quien agarró su rumbo. Me enteré de que ya partió, triste noticia, tarde me enteré de su partida.
Hasta siempre Jesús El Chiripa.