Nuestro querido guitarrista Aquiles Báez puede ser el protagonista de innumerables anécdotas, dado que su carácter jovial y su energía siempre dispuesta a la sonrisa y a la alegría lo predisponían a que ocurrieran cosas interesantes. Pero hoy nos vamos a centrar en cómo tomó la decisión de acompañarse casi siempre con cajón peruano.
Es sabido que en la música tradicional venezolana el elemento de percusión por excelencia son las maracas, instrumento ampliamente extendido por todo el Caribe y sus alrededores, dado que es un instrumento de origen americano y precolombino.
Aquiles Báez fue un maestro en el jazz, en el bossa, en la salsa y era capaz de abordar con igual maestría cualquiera de esos géneros pero en Venezuela solía hacer repertorio con base en ritmos venezolanos. Para eso se valía de ensambles pequeños en los que un bajista y un percusionista hacían de las suyas, contrastando las virtudes de Aquiles.
Uno de los percusionistas con que se asociaba era Adolfo Herrera, otro gigante de la música. En una ocasión, a Aquiles se le ocurrió hacer una gracia que terminó complicándose: le pidió a Adolfo que se sentase entre el público: “Cuando sea tu turno, yo voy a preguntar si alguien tiene unas maracas y ahí tú te paras y te vienes al escenario”.
Convenido el plan, procedieron a ejecutarlo y llegado el momento, ante la pregunta de Aquiles y para sorpresa de todos, un señor del público se puso de pie agitando sus maracas, recontra dispuesto a tocar con el maestro. Hubo que ponerse de acuerdo, porque ahora en el público había dos maraqueros y uno de ellos no estaba en los planes de nadie.
Ese cuento quedó para la historia y Aquiles lo contaba, muerto de risa, en muchos conciertos:
– Claro, desde ese día yo le dije a Adolfo que se trajera el cajón peruano, ¡Porque si alguien entra a una sala de conciertos con un cajón peruano, yo le reclamo a seguridad!
Excelente anécdota, la desconocía, gracias