Son los artistas, pintores, cantores, poetas, escultores, escritores, actores y actrices, artesanos en todas sus categorías los que recogen historia y memoria para transformarlas en belleza, belleza que ellos ven cuando nosotros no damos con la clave de la vista larga.
Es una de las lecciones de Ramón Morales Rossi, artista al que conocemos a través de sus obras atesoradas en el Centro de la Diversidad Cultural, en Caracas, por la también vista larga de Benito Irady.
Ramón sufrió, como muchos bolivarenses cuando la inmensa Laja de la Sapoara fue dinamitada para dar paso a una obra civil, una ampliación vial.
Y ¿Qué hizo? Como un muchacho recogiendo metras, o como Luis Mariano recogiendo cerecitas, Ramón Morales Rossi comenzó a recoger con ternura la Laja, ya fragmentada, haciéndose una promesa.
Quién iba a decir que este martes 5 de abril expuso el alma ante su pueblo para humildemente devolver la Laja al Río Padre Orinoco, en la Angostura de Ciudad Bolívar y en forma de monumento dedicado a la música, porque música, memoria, belleza y demanda es Serenata Guayanesa para quienes tanto amamos su tesón y musicalidad.
Los fragmentos de la Laja ahora tienen forma de Luna Nueva, aunque Morales Rossi le haya dado el nombre de Serenata de Media Luna para atender a la simbología de la noche serenatera y al recuerdo de aquél inolvidable concierto de los 25 años en el Teresa Carreño, que iniciaron precisamente con “Serenata”, del carabobeño Luis Laguna.
Las autoridades aprobaron la ubicación del monumento donde tenía que ser: en el Paseo Orinoco. Ramón se encargó de lo demás pues es una donación a la ciudad, a la música y a la gratitud.
Y esa noche Ciudad Bolívar se llenó de Serenata Guayanesa. Solo le faltó una flor al monumento para después convertirla en una Viajera del Río.
Gracias, Ramón. Te amamos, Guayanesa Serenata.
Lil Rodríguez