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Solíamos comunicarnos periódicamente porque era un apasionado de la música tradicional de su estado natal, Sucre, y de sus cultores. En Cumaná se canta la malagueña todo el mundo se conoce, y el profesor Luis Acuña Cedeño fue conocido y reconocido.
No lo olvidamos cuando La Primogénita del Continente llegó a sus 500 años. Muchas de las actividades e incluso monumentos no fueron programados ni contratados por él, pero se esmeró para que Cumaná luciera hermosa, como la vimos ese 27 de noviembre de 2015.
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Su corazón estaba lleno de una solidaridad sin límites y además silenciosa. Más de una vez: “Hay que apoyar a la familia de José Julián Villafranca en Cumanacoa” y aquello fue un dolor cuando el extraordinario cultor cambió de paisaje. “Hay que estar pendientes del Morocho Fuentes, y apoyar”. “Hay que apoyar a la familia de Chico Mono (Francisco Cortesía)”. Y el profe Acuña, con un ejército de amigos en Sucre hacía llegar los videos de temas musicales, de ensayos e inclusive el del sepelio de José Julián, que fue muy sentido en Cumanacoa.
Las renuncias nunca formaron parte de su estirpe, en cambio la sonrisa sí, y la tolerancia. Era muy disciplinado, honrando además su profesión de físico. Desde Canadá nos escribía pues estaba en funciones diplomáticas y conocía ese país pues allí también perfeccionó sus estudios. No podía con el frío y añoraba la calidez de la ciudad que lo recibe para cobijarlo eternamente.
Nuestro querido amigo y colega Jorge Luis López nos dijo desde Cumaná que los actos para despedirlo habían sido emotivos y en la Plaza Bolívar cumanesa se le rindió tributo, así como la ceremonia en Santa Inés, la iglesia que tanto quería el inolvidable profe Acuña, Artesano en toda la extensión y dignidad que ese vocablo encierra. Para él la madera, para él el afecto permanente.
Paz eterna, querido profe.
Lil Rodríguez