Lil Rodríguez
Hasta el pasado martes 24 de agosto el viejo almendrón ubicado en una de las esquinas del teatro “Luis Mariano Rivera” de Cumaná seguía siendo ejemplar testigo de la crónica de la Primogénita, al igual que el Tamarindo del puente Guzmán Blanco; pasaron desde terremotos hasta asonadas militares como la del Falke en 1929.
El almendrón no fue tocado cuando el viejo cine Paramount fue convertido en el Teatro Luis Mariano Rivera. Además de ser un ente con vida, prodigaba con ella sombra a los transeúntes, e inclusive resguardo a quienes iban a alguna función en el teatro. ¿Sería precisamente el paisaje social lo que motivó a acabar con su existencia? ¿a matarlo a machetazos?
Quien escribe es doliente de ese almendrón que hace parte vital del paisaje ecológico y emocional de Cumaná como bien apunta María Eugenia Guerra, resaltando que, como igualmente señala Irian Reyes, hay ignorancia sobre lo que puede significar un árbol para la memoria histórica de un pueblo. Con su mutilación se dio fin también al refugio de algunas aves, a las que eliminaron su habitat.
Y justo acaban con el almendrón a pocos días de celebrarse el aniversario del natalicio de Luis Mariano Rivera, el poeta que se devolvió a su rancho para abrazar los árboles y brindar por la vida junto a ellos.
¿Quién dio la insensata orden para tal acto contra la naturaleza y la sociedad? Cumaná exige Respuesta y Reparación. Es un delito ambiental público y notorio que irrespeta la vida y la historia, y no debe quedar en la impunidad.
¿Podrá el Fiscal Saab, el ministro de Ecosocialismo, incluso el gobernador y las autoridades ambientales de Sucre intervenir en este caso para que se cumpla la Ley Penal del Ambiente?