Cheo Feliciano, obrero y sonero

¡Cuéntale a los demás!

Eduardo Parra Istúriz

(RCA – 03/07/2022) De la generación dorada de la música del Caribe, destaca por su versatilidad al moverse entre la salsa y el bolero, el niño mimado de Ponce, Cheo Feliciano. Fue hijo de Prudencio y Crescencia, fue el eterno enamorado de Coco, y uno de los más grandes cantantes de Puerto Rico.

Quienes nacimos al calor de la rumba y el guaguancó, nos sabemos de memoria sus temas emblemáticos, encabezados por El Ratón y Anacaona, cartas de presentación de una de las voces más importantes de la movida salsera y fuente de inspiración para otros grandes, como Rubén Blades.

Los caballos de Cheo Feliciano

José “Cheo” Feliciano nació el 3 de julio de 1937 en Ponce, Puerto Rico, en un hogar humilde conformado por Crescencia Vega y Don Prudencio Feliciano, quien sostenía a la familia con su trabajo de carpintero. Tal vez por eso encontramos en muchas canciones de su repertorio referencias a la gente sencilla y trabajadora, además del grito de “familiaaa”.

Como muchos de los grandes vocalistas de esa etapa, su talento surgió espontáneamente. Primero se metió en el mundo de la percusión. Con apenas 15 años se fue a Nueva York y allí fue “descubierto” por Tito Rodríguez, quien lo tenía de atrilero.

La orquesta de Tito Rodríguez era para esa época una de las más cotizadas en el ambiente latino y se presentaban regularmente en el Palladium, un local de culto para el público hispano en Nueva York. Sin embargo, la formación de la banda ya estaba completa, así que Tito le dio a Cheo una recomendación para otra orquesta, el sexteto de Joe Cuba.

Cheo, a la extrema izquierda, con el Sexteto de Joe Cuba.

Es así como desde 1957 el negrito de Ponce se integra como percusionista en el mencionado sexteto. En muchos temas del Sexteto de Joe Cuba hay importantes descargas de percusión que dan paso a un coro o a una “moña” instrumental. Allí comienza a destacarse Cheo, junto a otro gran percusionista, Jimmy Savater.

El sexteto era muy exitoso, y en el tema “So what”, aparece un brevísimo diálogo entre Cheo y Jimmy, en el que, en medio de una de las mejores descargas de timbal que se hayan grabado, uno le reclama al otro, con acento mexicano “Mano, no le echaste agua a los caballos” y, desde entonces, los caballos se conviertieron en sinónimo del clímax de la percusión en los temas bailables.

No será extraño, en lo sucesivo, escuchar a Cheo decir, en pleno éxtasis musical, que “se soltaron los caballos”.

¡No es nada más que un ratón!

Poco tiempo pasó antes de que Joe Cuba descubriera un beneficio adicional de tener a Feliciano en el sexteto: el muchacho, además de percusionista, era buen cantante. Es así como comienza a asignarle el papel de vocalista en varios temas. Cheo y Jimmy terminan convirtiéndose en los cantantes y percusionistas estrella de la banda.

A pesar de los constantes éxitos, Cheo Feliciano dijo alguna vez que no se sentía particularmente apreciado como músico en ese grupo. Una anécdota que pudiera confirmar esta sensación es la historia del tema “El ratón”.

El tema más conocido y versionado en la dilatada carrera musical de Cheo Feliciano es su composición “El ratón”, pero estuvo a punto de no ser grabado. Cheo había empezado a crear sus propios temas a principio de los ‘60, pero nadie en el grupo consideraba interesante ninguno de esos temas.

Cheo al fondo, en la portada del disco con su mayor éxito.

Era 1963, y por razones físicas, los discos debían tener una duración determinada. Joe Cuba grababa su disco “Vagabundeando” y le faltaba un tema. Buscaba algo para rellenar y le dijo a Cheo “oye, vamos a grabar la tontería esa del ratón”. La tontería aquella se convirtió en el mayor éxito de la carrera de Cheo y también de Joe Cuba.

Cheo Feliciano, el bolerista

Para 1966 la relación entre Cheo y el sexteto de Joe Cuba se había deteriorado mucho y decidió probar suerte con Eddie Palmieri, con quien trabajó hasta 1969. En ese fugaz paso por una orquesta que tenía a un magnífico vocalista, Ismael Quintana, Cheo graba una versión estupenda del bolero “Delirio”, de César Portillo de la Luz.

Lamentablemente, en esa etapa también se hizo adicto a la marihuana y la heroina, dañando su trabajo, a su familia y a su amada Socorro Prieto, “Cocó”, señora “de Feliciano” desde 1959. Con 10 años de matrimonio y 12 de carrera musical, Cheo se interna para rehabilitarse, y sólo regresará a los escenarios en 1971.

En ese momento firma con una subsidiaria de Fania, el sello Vaya, y lo acompaña una orquesta de lujo: Larry Harlow, Orestes Vilató, Louie Ramírez, Ismael Quintana, Johnny Pacheco, entre otros, dirigidos por el gran bajista Bobby Valentín. De ese primer LP, casi todo con temas de Tite Curet Alonso, van a surgir éxitos increíbles, como “Anacaona”, “Pa’ que afinquen”, “Si por mí llueve”, de su propia autoría; y el hermoso bolero “Mi Triste Problema”.

Su swing con el bolero es tan exitoso que en 1972 graba “La voz sensual de Cheo”, una placa bolerística por excelencia, com temas de Bobby Capó, Tite Curet Alonso y el gran tema “Contigo en la Distancia”, de César Portillo de la Luz.

La cadena de éxitos va a continuar durante toda esa década, siempre con grandes temas de Tite Curet Alonso, y yambién incorporando sus propias creaciones. “Naborí”, “Hace Furó” y “Franqueza Cruel” son grandes temas de esta etapa.

Esta será la gran década de Cheo Feliciano, que continuará obteniendo éxitos y propiciará varios discos recopilatorios. También aparecerá el mítico álbum “Estampas”, quizá el más nacionalista, el más puertorriqueño de todos los que grabó.

Las Estampas del carpintero Prudencio

Es 1979 y el judío maravilloso, Larry Harlow, ya no está con la Fania, así que en el piano y en varios arreglos destaca el genio de Papo Lucca. Sigue presente la inspiración de Tite Curet Alonso y Bobby Capó, pero se suman temas extraordinarios de Juan Corretjer y José Noguera.

El disco Estampas es un hito en la carrera de Cheo Feliciano. Está signado por la vivencia del campesinado y de los trabajadores boricuas, con letras de un contenido social innegable. “Desahogo” es uno de los temas más importantes del LP, y aunque no fue escrito por Cheo, contiene la siguiente estrofa:

Trabaja su vida entera
el carpintero Prudencio
sus manos llenas de callos
y va sufriendo en silencio…


Esta clara referencia al padre de Cheo, Prudencio Feliciano, no es la única en la que se plantea la dura vida del trabajador. También ocurre en “Estampa Marina”, que describe la muerte de los pescadores cuando el mar se agita, o en “Tiempo Muerto”, que se ocupa del hambre de los campesinos cuando cierra la zafra.

Pero el tema más importante y conocido de este disco es “Los Entierros”, uno de los homenajes más hermosos a la extraña costumbre humana de enterrar a sus muertos y visitar el cementerio en un último y amoroso acto.

Cheo Feliciano consagrado

A partir de 1980 el monopolio de Fania entra en declive y con la empresa, también buena parte de la salsa. Es por eso que en esta década Cheo graba sólo dos álbumes de importancia: “Sentimiento tú” y “Profundo”. Los demás son recopilaciones de éxitos anteriores.

En ambos reencontramos al Cheo bolerista y el homenaje a los trabajadores, como atestiguan “Periódico de Siempre” y “Juan Albañil”, temas destinados a convertirse en símbolo del trabajo de los más humildes.

Entre 1983 y 1988 ensaya con su propio sello disquero Coche (Coco y Cheo) y graba cuatro álbumes que no lograron el empuje de los anteriores.

Es en 1991 cuando reaparece Cheo con temas nuevos, entre los que destacan “Yo no soy un Ángel” y “Yo Soy”. En esté último tema se asocia con Gilberto Santarrosa, y no será la última colaboración que hará: lo veremos más adelante junto a artistas tan diversos como La Rondalla Venezolana o Franco de Vita.

En 1997 visita La Habana y ofrece un concierto que fue grabado y comercializado, apareciendo al año siguiente con el tema “Amigo” en un CD de Issac Delgado, autor del famoso “Carnaval” popularizado por Celia Cruz.

También en 1998 graba el disco “Cosas del Alma” junto a la Rondalla Venezolana, un CD con 18 boleros magistralmente interpretados, y una de las colaboraciones más exitosas entre la agrupación y un solista, que recuerda la interesante dupla con Chucho Avellanet, dos décadas antes.

La despedida de Cheo Feliciano

Mientras Cheo Feliciano crecía en su carrera musical en los ’70, un joven abogado panameño trabajaba como “mandadero” en las oficinas de Fania. Era Rubén Blades, quien luego dejaría saber a todo el mundo que admiraba profundamente al nativo de Ponce.

Si escuchamos con atención los primeros discos del panameño (De Panamá a New York), encontraremos que, efectivamente, su entonación imita la forma de cantar de su ídolo. No hay que decir que el buen corazón de ambos los unió en una estrecha amistad cuando se conocieron.

Durante tantos años de carrera, coincidieron varias veces como coristas de Fania All Stars, así como en proyectos de terceros, pero nunca grabaron un trabajo juntos. Hasta que en 2012 Rubén “se puso pa’ las cosas” y grabaron un álbum doble en conjunto, llamado “Eba say ajá”, en el que cada uno interpretaba los grandes éxitos del otro.

No hace falta describir la alegría con la que Rubén presentó ese álbum. Es conocida también la sorpresa que Cheo le dio a Blades durante un concierto en Puerto Rico, en el que se apareció sin aviso y lo dejó boquiabierto en medio de “Juan Pachanga”.

Lamentablemente, “Eba say ajá” sería el último en la carrera de Cheo Feliciano, quien ya contaba 76 años para ese entonces. El 17 de abril de 2014, cuando volvía de divertirse en un casino, Cheo Feliciano se quedó dormido al volante y falleció tras golpearse el cráneo en un choque. No se había puesto el cinturón de seguridad.

Cheo tenía 78 años y sin duda podía seguir cantando y brindando grandes alegrías a su público. Hoy descansa en su Ponce natal, rodeado de las amapolas del cariño verdadero, del homenaje de la gente de arrabal, del amor de su pueblo.

«En los entierros de mi pobre gente pobre
cuando se llora es que se siente de verdad»

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