¡Buen día San Pedro! Hoy canta tu parranda

¡Cuéntale a los demás!

(RCA – 29/07/2023) La Parranda de San Pedro es una de las manifestaciones más interesantes en el amplio abanico del sincretismo cultural y religioso de Venezuela. Como es 29 de junio, hoy saldrán los sanpedreños de cada parranda, en Guarenas, Guatire y Sarría (Caracas) a celebrar a uno de los cuatro santos “negros” del país.

Eduardo Parra Istúriz

Desde hace varios días los herederos de Auristela Rondón se han estado preparando para esta ocasión: cada 29 de junio la casa más conocida de Guatire, una que tiene las puertas abiertas para cualquier visitante, se convierte en horas de la tarde en un hervidero de gente, así que se prepara el Tere Tere, plato dilecto de los guatireños para celebrar sus fechas notables.

Para hacer el Tere Tere, las vísceras de res (corazón, hígado, bofe, riñón…) se han cortado en cuadros pequeños y se han puesto a hervir con una alquimia de aliños que sólo las mujeres de la casa Muñoz Rondón conocen a ciencia cierta.

La olla que recibe tal preparación es más grande que cualquiera que usted tenga en su casa, porque allí pasarán, purificándose y mezclando sus esencias y sabores, no menos de ocho horas, los trastes (así llaman al conjunto de vísceras) de tal vez cinco o seis reses… además abunda el casabe (pan de mandioca o yuca) y las caraotas (frijoles) negras. Una comida ligerita para que nadie quede “fallo”.

Pero, aunque mucha gente aparece desde temprano por allí, la fiesta de la casa tiene que esperar a que termine la parranda que se gesta afuera, en el pueblo. Y es que los guatireños andan celebrando a San Pedro desde la noche anterior. Quien les cuenta esta historia es un caraqueño que vivió 25 años en esa localidad.

Este negro que les canta

En la madrugada ya están los sanpedreños, es decir, los miembros de las varias cofradías, llamadas parrandas, completamente preparados para la procesión, la mayor parte de ellos, vestidos con elegantes trajes levita y pumpá (sombrero de copa), y alpargatas. Llevan pañuelos rojiamarillos alrededor del cuello, una maraca o un cuatro venezolano y la cara tiznada para representar a los negros esclavizados que iniciaron la tradición hace más de 200 años.

El primer acto de las agrupaciones es velar desde la noche anterior (o sea, mientras yo escribo esto), en una reunión en la que se le canta y reza al santo; luego asisten a misa para recibir la bendición formal por parte de las autoridades eclesiásticas, tras lo cual varias figuras de San Pedro, una por cada parranda, comienza un peregrinaje por diversas calles del pueblo, visitando las casas de personas previamente elegidas según criterios que cada grupo establece previamente.

Junto al santo que lidera la procesión, va un portabanderas que enarbola una insignia roja y amarilla, como los pañuelos. A su alrededor va bailando un cofrade vestido de mujer, con colores vivos y motivos florales, que lleva una muñeca de trapo en brazos, representando a la negra María Ignacia y a su hijita Rosa Ignacia. También les acompañan dos niños vestidos de amarillo y rojo, denominados tucusitos (colibríes), que portan banderines de los mismos colores.

Toda la procesión se mueve al ritmo de un canto responsorial; es decir, un solista canta una estrofa y el coro la repite. La música es sencilla a pesar de hacerse en 6 octavos, con apenas variaciones en todo el tiempo que dura la celebración. Hay que aclarar que en Guarenas la figura del santo es mayor en tamaño y los elementos son rojos y azules, en vez de rojos y amarillos.

El San Pedro es milagroso

Decíamos antes que San Pedro es uno de los cuatro santos “negros” de Venezuela, y es que acá llamamos de ese modo a los santos que fueron adorados por los africanos esclavizados tras el proceso evangelizador que sufrieron en América.

La leyenda cuenta que hace más de 200 años la niña Rosa Ignacia enfermó con fiebres y su madre, la negra María Ignacia, pidió al santo salvar su vida, prometiéndole que, al no tener ningún bien de fortuna, ella bailaría cada año para él en su día. El santo cumplió y salvó a la niña, pero María Ignacia murió al contagiarse.

Para poder cumplir la promesa, el marido de María Ignacia, cuyo nombre se perdió, decidió disfrazarse de mujer para engañar al santo y hacerle creer que su esposa estaba bailando para él. Así nació una tradición tan arraigada en la población esclava, que hasta mediados del Siglo XX la gente blanca no podía participar.

Conocimos en Guatire al primer sanpedreño blanco, “Rojitas”, quien falleció en 2010. Contaba risueño cómo se subía al techo de la casa para que el sol lo pusiera negro, cosa que nunca logró. Pero sí logró que la parranda de San Pedro lo aceptase, siempre que se pintase la cara de negro.

Hace varias décadas, un guatireño se estableció con su familia en el barrio capitalino de Sarría y fundó su parranda en Caracas, marcando una curiosa diferencia: únicamente en Sarría se permiten mujeres en la procesión. En Guarenas y Guatire siguen siendo cofradías exclusivamente masculinas; no por machismo, sino por conservar lo más intacta posible la tradición.

Colores y tucusitos para la unidad

El historiador René García Jaspe es una autoridad en lo atinente a los pueblos vecinos que celebran al mismo santo. Fue él quien desentrañó la fecha exacta de la fundación de Guatire, que en un principio era el lugar donde dormían los esclavos de algunos hacendados que controlaban las plantaciones desde casas ubicadas en Guarenas.

Relata García Jaspe que a la manifestación, nacida probablemente en la época colonial (hasta 1810), ha incorporado colores e indumentarias representativos de sucesos de períodos posteriores. El sombrero “pumpá” apareció después de 1850.

“La levita y los colores rojos y amarillo (o azul, como se usa en Guarenas), representaban los que usaban los partidos y ejércitos en pugna (liberales y conservadores) en el periodo de las guerras civiles que asolaron nuestro país a partir de la segunda mitad del siglo XIX.”, indica.

Aún queda mucho por descubrir, por investigar, y García Jaspe sigue haciéndolo. Él cree que María Ignacia existió, así como su hija, su marido y también los sucesos que se relatan.

A comer Tere Tere

Al santo se le ha rezado, cantado, bailado y hasta tuvo la ocasión de saludar a San Juan, quien sale en este día para un abrazo celestial, así que es el turno de consentir a los parranderos y a sus fieles cómplices.

Tras la agotadora marcha de las parrandas por todo el pueblo, el pueblo mismo se reúne en donde comenzamos este relato; en la casa de Auristela Rondón. Allí coinciden las autoridades administrativas, los cultores, los visitantes ilustres o desconocidos, el cura; en fin, todo el mundo, mientras un ejército de familiares y amigos se encarga de servir cientos, tal vez miles de platos de Tere Tere, con sus caraotas y el casabe.

Por cierto, ese plato, el Tere Tere, también es herencia de la esclavitud. Cuando los hacendados sacrificaban reses para sus festejos, le permitían a los esclavos tomar los trastes y ellos los asaban a leña.

No faltan, al igual que en cualquier cumpleaños, el ron y la cerveza como corolario imprescindible de la celebración. Y hay mucho qué celebrar: este año se cumplen diez desde que en 2013 la Parranda de San Pedro fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco; y sigue su camino gracias a cientos de parranderos que mantienen muy vigorosa esta tradición.


Guarenas y Guatire son poblaciones que rondan el medio millón de habitantes cada una y se encuentran a 40 km al este de Caracas.

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