El maestro dominicano Luis María Frómeta, conocido como Billo fue declarado como Portador Patrimonial de Venezuela, mientras que también su orquesta, la Billo’s Caracas Boys, se ha incorporado como Patrimonio Cultural Inmaterial de Venezuela. Así lo informó el ministro de cultura de ese país, Ernesto Villegas.
Eduardo Parra Istúriz
(RCA – 21/09/2024) El maestro Billo llegó a Venezuela con la única fortuna de su talento, y la expectativa de unos contratos que había gestionado un amigo suyo. Era entonces un jovencito de 22 años y sabía tocar el saxofón y el clarinete.
En Venezuela se quedó hasta el día de su muerte, y en esos casi 50 años, el maestro se enamoró del país que lo recibió, y muy especialmente de la capital, Caracas. Al sol de hoy, Billo sigue siendo el compositor con más canciones dedicadas a Caracas; más que cualquier compositor nativo.
Temas como El Metro, Caracas Vieja, Homenaje a Juan Vicente, Caminito de Guarenas, Epa Isidoro, Valencia Señorial, Pa’ Maracaibo me voy y, literalmente, decenas de canciones hacen referencia a localidades y situaciones venezolanas. Nadie puede negar que la consulta al Brujo está ubicada en un momento específico del quéhacer criollo: Billo se convirtió en un testigo y cronista de la realidad nacional. Incluso se hizo fan del beisbol local y escribió Magallanes será campeón.
Pero también escribió los versos que dicen
«Y es que yo quiero tanto a mi Caracas
que sólo pido a Dios, cuando yo muera
en vez de una oración sobre mi tumba
el último compás de Alma Llanera«
Y efectivamente, cuando falleció en 1988, el Alma Llanera se escuchó durante su sepelio. Nunca se nacionalizó formalmente, así que probablemente sea esta la primera vez que se otorga el título de Portador Patrimonial de Venezuela a un extranjero. Registramos que se le otorgó anteriormente este título a Alí Primera, en 2018.
¿Puede un foráneo ser Portador Patrimonial de Venezuela?
Atención al detalle: Billo no ha sido declarado en sí mismo Patrimonio Cultural de Venezuela, sino Portador de ese patrimonio. Esta distinción hace una enorme diferencia: el Patrimonio Cultural es la riqueza cultural históricamente asociada a un pueblo o nación, y Luis María Frómeta, con todo lo que representa, no fue un cultor de nuestro folclore, sino que lo incorporó a su propia cosecha.
Su orquesta sí ha quedado registrada como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de Venezuela, y más de 80 años de historia la acreditan. Volviendo a la pregunta, la respuesta es sencilla y rotunda: SÍ. Se puede conocer parte de la cultura venezolana a a través de sus obras.
El caso de Luis María Frómeta, además, lo justifica sobradamente, dados sus tremendos aportes a las festividades y estilos musicales venezolanos. Aunque Billo no hacía música criolla (salvo algún joropo y un par de valses, se dedicaba al merengue, la guaracha y la cumbia, ritmos foráneos); su huella se trasladó a varias generaciones de músicos de este país.
No sólo son importantes las canciones dedicadas a Caracas y otras ciudades, sino que debe destacarse también su capacidad de relatar los sucesos de nuestra cotidianidad; su contribución a la alegría del venezolano, especialmente en Navidad, y un detalle que no es menor: su influencia en la forma de tocar y bailar salsa en Venezuela.
Dominicano sembrado en Venezuela
Al margen de los formalismos y papeleos, el maestro Billo era venezolano: un venezolano de facto, un venezolano nacido en tierra hermana y llegado en buena hora a Caracas.
La situación de la que escapaba era tremenda, debido a la mano omnipresente del dictador Rafael Leonidas Trujillo, quien en su egocentrismo ya había cambiado el nombre de la capital dominicana a Ciudad Trujillo y exigía, para darle a los músicos el permiso de salida de la isla, que la orquesta se llamase así: Jazz Band Ciudad Trujillo.
El 31 de diciembre de 1937 arribó Luis María Frómeta y esa misma noche le tocaba animar una fiesta en el Roof Garden, un local en la terraza de un edificio en la esquina de La Torre, en Caracas, pero la orquesta se presentó con el nombre de Billo’s Happy Boys. Cuando Trujillo se enteró, ardió troya y… los dominicanos decidieron quedarse en Venezuela.
Desde entonces y hasta su fallecimiento, Billo fue sinónimo de fiesta, color y baile. Hoy se honra a aquel muchacho que llegó a Venezuela, huyendo, y que por obra del destino y por voluntad propia entregó la vida al país que lo recibió. Y en ese mismo suelo reposa su sueño eterno.