El fin de semana del 11 y 12 de octubre el cantautor cubano Silvio Rodríguez fue protagonista de dos recitales extraordinarios en el Movistar Arena de Buenos Aires, signados por la tremenda historia que precede al cantautor y una circunstancia particular: el catarro.
Eduardo Parra Istúriz
(RCA – 14/10/2025) No es fácil abordar la crónica de dos conciertos cuando sólo asististe a uno, como ocurre con este escribidor que llega a comentar, no un recital, ni dos; sino la historia de un fin de semana y el sentimiento particular que el contexto le imprime a la presencia del Aprendiz, como ocurrió también en Santiago de Chile, donde Silvio Rodríguez y sus conciertos tienen connotaciones históricas.
Antes de continuar, quiero comentar que gran parte de lo que podré comentar acá llega hasta mí gracias a la Tropa Cósmica, que comparte material valiosísimo al que tengo acceso.
Los preliminares
Silvio Rodríguez rara vez hace una gira en algún país sin que haya al menos un concierto sin costo para el público. En esta gira latinoamericana el único evento gratuito fue el concierto en la Universidad de La Habana, pero en Argentina se tomó el tiempo para visitar, el jueves, el Centro Cultural La Chicharra en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires, donde cantó dos canciones para los niños y guías allí presentes.

Poco después, el viernes, el cantautor se acercó a la capital argentina, donde visitó a la ex presidenta Cristina Fernández en su domicilio.
Este periplo tiene relevancia para lo que sucedería después, porque en la Ciudad de Buenos Aires «explotó» la primavera y las calles están invadidas con el polen del árbol de plátano y las autoridades reportan que uno de cada dos habitantes se encuentra afectado por tos o afecciones relacionadas con la alergia al omnipresente polen.
El primer recital: memoria
Por supuesto que algunos de los más fanáticos se reunieron antes del recital del sábado, algunos incluso viajaron desde otras ciudades (Córdoba, Mendoza, Rosario) o desde otros países (Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, México…) , incluyendo a una tropera cubana que, a pesar de haber “asistido a 10 mil conciertos de Silvio” era la primera vez que lo veía afuera de su país. Nosotros estuvimos entre los primeros de la fila, así que no andamos muy lejos de esos niveles de locura.

El recital comenzó con la participación de la cantautora argentina Paula Ferré, quien hizo un repertorio de su propia inspiración y nos hizo recordar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, así como la efeméride: el 11 de octubre fue el último día de libertad plena de los pueblos originarios de América. Paula se lució con sus temas; su canto fue hermoso y delicado, así como un apropiado abreboca para el esperado plato mayor.
Con una puntualidad destacable, a las 9 de la noche salió Silvio para entonar Ala de Colibrí. Era el punto de partida perfecto, reivindicando a los desamparados, a los discapacitados, a los solitarios; en una Argentina que vive un contexto social y político muy adverso a este tipo de pensamiento, y en un escenario que pocos días antes había sido parte de un espectáculo muy, muy diferente.
En esta primera fase se incluyeron nueve temas; algunos archiconocidos, como Pequeña serenata diurna, Sueño con serpientes o Casiopea, y también otros menos populares como Nuestro después o Viene la cosa. Durante toda esta etapa el público mantuvo la emoción contenida, con tímidos aportes y algún que otro grito de “¡Silvio, te amo!” a los cuales estamos acostumbrados quienes lo hemos visto más de una vez.
Segunda fase poética
La Tonada del Albedrío cerró la primera etapa y entonces Silvio anunció la presencia de un amigo y poeta argentino que traería algo de su pluma hasta la tarima. Se trataba de Jorge Boccanera, quien recitó cinco hermosos poemas comenzando por ¿Será posible el sur? (éxito en voz de Mercedes Sosa, con música de Carlos Porcel); y continuando con Báscula, Exilio, Los milongueros y Cuchara. El público escuchó extasiado los versos y ovacionó a su compatriota.

El trovador y sus músicos retomaron el recital con una nota melancólica, recordando a los colegas que ya no están entre nosotros. Interpretaron Créeme de Vicente Feliú, acreedor de una entrañable hermandad con Silvio durante décadas. Luego vino Te perdono de Noel Nicola; para cerrar con Yolanda, clásico de Pablo Milanés. Al mismo tiempo, los asistentes fueron perdiendo la timidez inicial y se animaban a corear, a acompañar las canciones y a hacer peticiones.
Superado el momento dedicado a sus compañeros ausentes, entonó a continuación Más Porvenir, dedicado a Pepe Mujica; y el público, ahora más animado, enloqueció al escuchar Eva, un himno feminista que Silvio escribió en 1987. Luego cantó su famosa Canción del elegido, Quién fuera y, para sorpresa de muchos, Te amaré, un tema que rara vez aparece en sus recitales.
Cercanos al final y casi a las 11 de la noche, comienzan a aparecer signos de ronquera. Dice Kaloian, importante fotógrafo cubano que asistió a los recitales, que lo había afectado una virosis días antes y llegó al escenario con la voz ya afectada. Creemos que la agenda previa a los conciertos y el contacto con el polen también habrían dejado su huella en la garganta del bardo.

Esto no fue óbice para que el poema Halt! de Luis Rogelio Nogueras estremeciese a los presentes con su denuncia contra el genocidio; al tiempo que Malva Rodríguez, su hija, colocaba cobre sus hombros la conocida pañoleta palestina.
El regreso a la armonía fue con La era está pariendo un corazón, Ángel para un final y El Necio, canciones que evidenciaron aún más la ronquera que aquejaba al trovador. Sin embargo, el público pidió otra, y luego otra, obligando la interpretación de la Canción de las sillas y el cierre definitivo con Rabo de Nube.
12 de octubre, el concierto del respeto
Aunque este cronista no estuvo presente en la segunda fecha (ni estaré en la tercera, el 21 de este mes), tuvimos reportes del recital que se efectuó el domingo 12 de octubre, nuevamente gracias a la Tropa Cósmica y su ejército de reporteros espontáneos.
Pendientes de la salud de Silvio y apercibidos de que había recibido atención del médico que le acompaña en las giras, supimos que esta vez el recital fue una batalla mayor que las últimas canciones del sábado, pero también que no la libró en solitario. En su momento, el enorme trovador, a corazón abierto, planteó “Como notarán, hoy estoy peor que ayer, así que los invito a que cantemos juntos”, llamado que fue plenamente atendido.

En esta ocasión, una noche mágica, como hemos atestiguado varias veces en sus recitales, pasó algo más: en un intermedio entre canciones, el público argentino, inquieto como suele ser, inició un cántico antigubernamental, que Silvio erróneamente interpretó como quejas contra él, así que salió y ofreció devolver el importe de las entradas, reprogramar el concierto… a lo que el público respondió con un simple e inequívoco: “¡¡¡Nooooo!!!”.
¡Querían escucharlo!
Y así fue…
Amorosamente, las 15 mil gargantas que plenaban el Movistar Arena tuvieron el tino para acompañarlo y sostenerlo, canción tras canción, sin excesos, con una complicidad tremenda que sólo puede construirse mediante muchos años de conocerse mutuamente; el artista a su público y viceversa. No hubo gritos altisonantes; no hubo peticiones de “otra, otra”… hubo un profundo respeto, hubo comprensión y en definitiva, amor compartido.
El repertorio incluyó Unicornio y Para no botar el sofá, además de parte del repertorio del día anterior. Es importante comentar que ninguno de los conciertos de esta gira ha sido idéntico a ningún otro; siempre hay canciones sorpresa. Aunque el público no lo pidió, Silvio salió al escenario tras dos horas de concierto para tocar un poco más e igualar el tiempo del evento anterior.
Lo que viene
Silvio tiene por delante dos conciertos más en Uruguay durante el fin de semana, para regresar a Buenos Aires y cantar de nuevo el martes. Esperamos que el catarro remita y que su voz regrese a pleno, no sólo para que el público oriental lo disfrute, sino por su salud.
Junto a él Niurka González, Malva Rodríguez, Emilio Vega, Jorge Aragón, Jorge Reyes, Maikel Elizarde, Oliver Valdés y Rachid López siguen trabajando, firmes en el compromiso. Aún queda mucha gira por delante, con fechas en Perú y Colombia.
Acompañémoslo.