El corazón musical de Venezuela se ha venido convirtiendo en una caja de resonancia con muchos cuartos que no están comunicados. Nuestras manifestaciones musicales, por su naturaleza, son descentralizadas porque surgen en diferentes regiones con particularidades propias.
Todas unidas hacen parte de nuestra diversidad cultural, y lo tremendamente hermoso de ellas es que se articulan y comunican con una armonía y una coherencia ancestral que maravilla, aunque no todos se den cuenta.
Bástese recordar el inolvidable desfile cultural Bicentenario del 19 de abril de 2010 en Los Próceres donde 4.500 cultores de toda Venezuela mostraron al país y al mundo sus cantos, sus bailes, sus atuendos y sus instrumentos tradicionales en perfecta armonía. En esos tiempos todo estaba recogido bajo el lema “Corazón Venezolano”
Ahora la cosa está segmentada en corazones: llanero, urbano, salsero, rockero, y la extraña mutación de un corazón merenguero, que nada tiene que ver con nosotros salvo por la hermandad caribeña, y claro que tenemos merengue central, venezolano.
Este viernes la orientalidad festejó a lo grande a su Matrona, la Virgen de El Valle, guía de los marineros en Venezuela. Claro que en otras regiones será festejada bajo otros nombres, pero los orientales que somos le celebramos como nuestra Vallita, nuestra viejita, nuestra madre insular y marinera.
Que lo digan Gustavo Pereira y Roberto Malaver, y mi querido doctor salvador Joaquín Lugo Cruz, y nuestra colega Rosario Pacheco y Beto Valderramara y el eterno recuerdo de Jesús Ávila, y la permanencia de Perucho Aguirre con Francisco Mata. Es mucho lo que hay que cantar en margariteñerias incluyendo a Ernesto da Silva, caramba.
Hubo jolgorio bonito en la Isla de Margarita. Merecido porque esa Matrona (¿y hasta cuando patrona?) cuida a los orientales y a los marineros.
Lil Rodríguez
Foto: Cortesía Alba Ciudad.
