Hace unos cuantos años el cantautor venezolano Sergio Pérez Betancourt hizo público uno de sus excelentes temas: Curanderos.
“Al que abra un hueco
que caiga en él
y después que caiga
que salga, que salga
porque un guerrero caído
jamás será un guerrero vencido
si lo levanta su fe
vuelve a luchar otra vez
Somos los curanderos del alma
los curanderos del corazón”.
Nunca hemos dejado de escuchar un tema tan reflexivo como éste salido del sentimiento de un violinista y etnólogo, quien con su carga existencial y profunda ha legado temas para pensar y considerar. Hace parte de una tremenda generación de creadores.
¿Por qué viene ésto a cuento?
Porque todos los Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad que ha aportado Venezuela al mundo son precisamente eso: Curanderos. Curanderos del alma, del corazón, de la conciencia, de la nación que somos. Curanderos con las manos llenas de urgencia y pomadas espirituales para que logremos entender, del gobierno para abajo, que si no amamos y cuidamos lo patrimonial venezolano nos van a seguir volviendo leña para el fogón (la palabra era otra).
El pasado martes y después de intentos varios lograron reunirse con el presidente de la República. Tenemos hasta la fecha, ocho Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad. Orgullosos y seguros, están clamando por mayor atención al tema de su salvaguardia, que , por cierto es Ley promulgada, y defendida como nadie por dos nacidos en El Tigre: Benito Irady y el inolvidable Earle Herrera.
Como tigres hay que defender el Patrimonio, nuestro Curandero del alma. No hacerlo es ceder espacio a la dependencia cultural, algo que seguimos padeciendo, al parecer, sin darnos cuenta. En estas horas de definiciones nuestro Patrimonio cultural y su defensa es asunto muy serio.