El rigor de Adriana

¡Cuéntale a los demás!

Rigurosa en la amistad y en la rumba. Rigurosa en la confrontación de ideas, y en la investigación, en la sistematización de lo investigado y en la divulgación de la tesis comprobada. Así era Adriana Orejuela, vital y alegre, firme y solidaria.

Nacida en Bogotá, con ADN en Cali. Nacida en Colombia, ADN en Cuba, país al que llegó después de escuchar un disco de Los Van Van y comenzar a indagar en la nueva sonoridad posrevolucionaria que luego de más de una década de investigación la llevó a publicar su magna obra: “El Son no se fue de Cuba: Claves para una historia 1959-1973” libro imprescindible por los aportes y la sabrosura, nada alejada del rigor de Adriana Orejuela, la amiga que nos dejó desde La Habana el pasado martes 19 con solo 57 años de edad.

César Pagano, investigador musical, nos la hizo conocer en detalle. Primero hizo llegar el “Cancionero de la Salsa” con recopilación de ella, de Adriana Orejuela, y luego el monumento que significa el libro “El Son no se fue de Cuba”, de aquella investigadora de sonrisa eterna.

En uno de mis viajes a Cuba la busqué, pues en La Habana vivía investigando. Logramos sustraerla de Cuba para que nos apoyara en Venezuela en una serie de producciones socio musicales en TeleSUR.

Fue una maravilla tenerla en Caracas y llevarla a hacer egbó a Obatalá o a disfrutar de una arepa nocturna.

De golpe la vida nos puso a mí en un lado de actividad y a ella en otro, pero la comunicación fluyó, como siempre.

Volvió a La Habana, a la tierra de su pasión investigativa y de afecto indeclinable, y he acá que en la flor de su madurez parte a otros paisajes, y nos deja sumidos en recuerdos y gratitudes.

Ni el Son se fue de Cuba ni Adriana Orejuela se va de la música ni de la gratitud de millones.
Descansa en Paz. Acá sigue.
Siempre hará falta su aporte… y su rigor!

Lil Rodríguez

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