El mejor Sapo del mundo

¡Cuéntale a los demás!

Para que estemos claros de una vez y para siempre, no son los premios los que dan prestigio a quien los gana. Es quien los gana quien le otorga prestigio a un premio si se atiende a la honestidad del jurado o del público, según sea el caso.

Lo comentamos porque al reseñar el fallecimiento de Eddie Palmieri como gran palmarés colocan: el ganador del primer Grammy en español, como si eso fuera una joya. No. El Grammy se lucró con él, lo reconoció, ciertamente pero Eddie Palmieri para la eternidad estará más allá de una estatuilla o un cheque.

Nació para lo grande, para lo hermoso y jamás se la pensó en dinero para hacer lo que quería, igual que su inolvidable hermano mayor Charlie.

El golpe ha sido muy duro para los melómanos, para quienes reconocemos en él la autenticidad, la genialidad, la creatividad y sobre todo la pertenencia hacia la zona del mundo donde se forjaron sus padres: El Caribe.

En 1991 Tuvimos la posibilidad de traerlo al Primer Festival de Música Latinoamericana (popular). No olvidamos que habiendo sido consultada por el Ateneo de Caracas, fui determinante:

“Si no viene Eddie Palmieri eso será un evento incompleto”

y me replicaron: “Él tiene prohibición de entrada a Venezuela”

“Lo sé, pero eso puede solventarse, Hagamos la diligencia pronta y precisa”.

Y Palmieri engalanó nuevamente a Caracas, una ciudad que siempre amó, como amó a Venezuela. En sus recuerdos estaban el Terminal de pasajeros de La Guaira y la Plaza Venezuela, así como Maracaibo y otras ciudades en las que fue feliz sabiendo que era amado.

Se ha ido físicamente. Saber que no lo veremos más frente al teclado resulta duro, muy duro. Él preanunciaba el desenlace. Nosotros intuíamos.

Rectifico. En el inmenso afecto de Venezuela por él siempre veremos a Eddie Palmieri, sonriendo… y creando.



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