
Visto tan cerca del final de su carrera (esto se escribe mientras realiza su gira de despedida), resulta rarísimo pensar en que Joaquín Sabina no hizo canciones de amor por cuenta propia, sino hasta que alguien le hizo notar que en todo su repertorio no había ni una sola canción dedicada a este tema.
El mismo Sabina lo cuenta de la siguiente manera:
“Yo tenía una amiga que algunas veces follaba conmigo y otras con un pez gordo del PCE asturiano. Una amiga mía periodista y muy querida. Así que un día me llamó de parte de la revista para la cual trabajaba y me dijo:
-Estamos haciendo una encuesta de canciones de amor y, como a mí me gustas mucho, he oído toda tu discografía y me he dado cuenta de que no tienes una sola canción de amor.”
La conversación entre el cantautor y la periodista ocurrió en 1985 o 1986, y motivó una revisión concienzuda de su obra publicada por parte de Sabina, quien acumulaba ya media docena de álbumes, perfilándose como un cronista musical, un cantor ¿de protesta?… al menos, un cantautor muy ocupado con el hecho social y absolutamente alejado del amor.
Esta observación hizo que Sabina se quedara perplejo; no lo podía creer, pero la duda estaba sembrada: “Me inquieto mucho lo que me dijo esta chica y, en principio, lo negué; pero cuando después repasé mi discografía me di cuenta de que ella tenía razón”.
Claro que Sabina no se había dado cuenta de ese detalle y hay una razón: la primera canción que compuso era de amor: se llama Marisol y nunca se grabó. Quizás el bardo de Úbeda aún nos sorprenda con esa inédita.
Hotel, dulce Hotel
Con este pensamiento atravesado en el ceño, Joaquinito, como le decía Chavela Vargas, se va a la isla de El Hierro (Canarias) con la intención de escribir las canciones que conformarían su nuevo disco, y se dijo: “Voy a escribir una canción de amor”
El siguiente álbum de Sabina es Hotel, dulce Hotel, que contiene al menos cuatro temas dedicados al amor, de los diez que lo componen. Aparece allí uno de los mayores éxitos de su carrera, Así estoy yo sin ti, que es una canción de amor que se apoya en la descripción de imposibles; se le nota a Sabina que está más cómodo escribiendo paradojas descriptivas (Errante como un taxi por el desierto / quemado como el cielo de Chernóbil) que poniendo azúcar a su poesía.
Continúa Sabina: “Por cierto, las mejores canciones de amor suelen tener nombre y apellidos. Las que hice después tenían nombre y apellidos, desde A la orilla de la chimenea hasta Cerrado por derribo, todas. Pero Así estoy yo sin ti no. Porque como yo no estaba curtido en la materia, hice una canción de amor sin tener ese amor».
Así que Sabina y nosotros, que lo escuchamos, le debemos mucho a esa anónima periodista que le hizo notar su falta de romanticismo musical.