Olga Camacho: «Este tambor es la causa de mi vida»

¡Cuéntale a los demás!

Entrevista hecha en 2012 y texto publicado por la Fundación Banesco en el libro Gente que hace Escuela


Olga Camacho nació en Coro el 30 de Mayo de 1928 en el Barrio La Guinea. Por más de 70 años ha sido cantora del Tambor Coriano y ha sido una incansable luchadora por mantener la tradición ancestral del tambor o Loango Tambú como también se conoce el ritmo musical.

A sus 84 años y con numerosos reconocimientos locales, nacionales e internacionales, aún puede conseguirla en su casa dictando talleres sobre el tambor y formando generaciones que han disfrutado de su arte y de su esencia como un personaje de escuela. Está considerada como La Reina del Tambor en Venezuela.

Intro con repique y quiebre

Quien llega a Coro, lo primero que puede notar entre tantas cosas es el orgullo que tiene la gente por sus casas viejas y por quienes de alguna manera han sido ejemplo y referencia social y cultural de la ciudad mariana. Si nos acercamos a lo que ahora se conoce como el área patrimonial por la UNESCO, inevitablemente recreamos la vida de aquel tiempo entre la población mantuana y su relación con la mayormente esclava, aborigen y cimarrona. Una zona de esplendor que en su tiempo respondía al momento histórico y en consecuencia a los principios de una élite que definía muy bien su poder.

En esa historia, encontramos que el asentamiento de los desposeídos estaba en la zona sur de Coro, a pocas cuadras de las casonas, en un espacio que los mantuanos llamaban Los Ranchos, pero que los habitantes de ese lugar daban por nombre La Guinea. La mayoría de quienes se establecieron fueron esclavizados y afrodescendientes de esa nación africana, de allí su nombre, y su extensión con los cimarrones que llegaban desde la isla de Curazao hasta las costas de Coro, hizo que posteriormente un sitio contiguo se llamara Curazaíto.

En La Guinea, se dieron todo tipo de reuniones y conspiraciones que se conocerían con el tiempo, como por ejemplo las de José Leonardo Chirino y José Caridad González para el alzamiento de mayo de 1795 en la Sierra de San Luis, hasta las asambleas secretas de los guerrilleros que bajaban para girar instrucciones a los enlaces políticos con el resto de la militancia del momento, en las décadas de 1960 y 1970. La Guinea fue desde entonces un barrio de gente luchadora, sí; pero también un barrio alegre, lleno de deportistas, de cantantes, de músicos y de poetas. Allí en La Guinea, en la calle Nueva, entre Federación y Colón, nació Olga Camacho el 30 de mayo de 1928. Ella dice que eso fue un jueves.

1er Compás

«Mi mamá se llamó Carmen Chirinos de Camacho y mi papá Agustín Camacho. Vivíamos en esta misma casa, aquí nacimos todos. En ese entonces éramos 11 hermanos. Yo era la última de todos y la más consentida. Mi papá tocaba guitarra y cuando llegaba del trabajo nos ponía a Miguel a tocar y a mí a cantar, porque ya papá le había enseñado a Miguel a rasguñar la guitarra, como quien dice, pero como a mi me gustaba cantar y bailar, él se ponía contento cuando nos veía juntos cantando y tocando. Yo tenía como 7 años. Y esa era la diversión porque aquí en el barrio no había luz y teníamos que alumbrarnos con unas lámparas de kerosene y sentarnos afuera. También gozábamos un mundo cuando llovía porque como las calles eran de tierra, se formaban unos barriales que yo aprovechaba para jugar. Era bien bonito eso ver a la cuadra jugando y corriendo y tirándose en el barro. Claro después venían los regaños y las palizas por tanta travesura porque a veces no había agua pa` quitarnos el barro.

Si no había luz, menos había agua; pero el barrio tenía una pila donde mis hermanas iban a llenar los tobos en la calle Colón, cerca del mercado viejo. Ellas buscaban el agua que venía de la represa de Caujarao y así la usábamos para las necesidades de la casa. Aquí en la Guinea no te vas a creer hemos pasado necesidades; pero gracias a Dios, ya las cosas han cambiado.

Pero te decía que desde chiquita cantaba y a los 8 años me fui a un programa a Radio Coro con un grupo de niños que llamaban Los Pitoquitos. Y con los años Radio Coro era uno de los sitios donde más iba, porque allí canté boleros. Si, boleros. Es que yo cantaba boleros y también tambor, pero dejáme contáte lo del bolero. Resulta que cuando tenía 16 años yo cantaba muchos boleros porque también mi mamá y papá los cantaban. Mi mamá tenía una voz bellísima y papá ni se diga, era un serenatero muy solicitado. Entonces, yo fui aprendiendo con ellos y me llamaron de Radio Coro para que cantara. En el barrio todo el mundo estaba pendiente porque yo le decía a la gente que iba a estar en la radio y como me la pasaba echando bromas, entonces estaban esperando a ver que decía y a quién saludaba. Ahí cantaba boleros de todos los autores y luego me dieron una oportunidad para que cantara en otro programa que se llamaba “El Galerón Premiado”. Bueno, yo canté de todo: boleros, galerones y tangos, porque en Coro en esa época la gente era muy fanática del tango. El bolero era mi carta de presentación hasta que llegó el tambor y lo dejé todo por él. Es que desde siempre estuvo el tambor, sólo que por fin en ese momento me terminó de conquistar.«

2do

«Yo estudié hasta 4to año en Liceo Cecilio Acosta. La verdad nunca fui muy buena con las notas, por eso me desanimé y dejé los estudios. La primaria la hice en varios colegios: en la escuela Talavera, en el Virginia Gil de Hermoso y en el Juan Crisóstomo Falcón. Cuando dejé de estudiar me puse a cuidar muchachos los sábados porque algunos vecinos que trabajaban ese día, me empezaron a buscar pa’ que les hiciera el favor porque no tenían con quién dejarlos y entonces les cobraba un real por cada uno pa’ sacarlos a pasear y jugar con ellos. Ahí me fui defendiendo hasta que una prima que se había ido a estudiar enfermería en Caracas regresó a Coro y de aquí la mandaron pa’ Chichiriviche. Cómo no se quería ir sola habló con mi mamá y le dijo que me iba a enseñar enfermería. Como a los dos años volvimos a Coro y me vine prácticamente como una enfermera y empecé a trabajar en la maternidad Oscar María Chapman, poniendo ampolletas. Después en el barrio me empezaron a buscar pa’ eso, pa’ poner ampolletas y la verdad a mi me gustaba. Ahora, te voy a decir que cuando yo estaba en la maternidad, tuve que engañar a Benigno, mi esposo, porque nunca quiso que yo trabajara. El me decía que era el hombre de la casa y era él quien tenía que traer el pan pa’ su mujer y sus hijos. Entonces yo le decía que iba para ayudar a las enfermeras como lo hacía con mi prima. Eso fue como en 1955, apenas teníamos 4 años de casados. Pero yo dejé la enfermería cuando mi hija La Chicha (Zoila Pachano) se enfermó y me dediqué tiempo completo a ella. Después hice un curso de corte y costura para trabajar en la casa, más cerca de mis hijos.

Benigno Pachano y yo nos hicimos novios desde muchachitos y siempre estuvimos juntos en todo hasta que se me fue. De su siembra van 23 años y claro que sigue presente en cada toque que hacemos, porque ahí quedó el estilo de Benigno en el furro.

Benigno tenía tanta pasión por el tambor que desde chiquito se juntaba con mis hermanos y los viejos músicos parrandeando los diciembres en la casa. Porque los 1eros, los 24 y 25 tocábamos en casa y armábamos el parrandón, y después venía el 1ero y 2 de Enero. El podía estar desanimado pero en lo que arrancaba el cuatro y repicaba el tambor, era como si tuviera un resorte y se paraba a agarrar su furro pa`empezar a tocar.»

3ro

«El tambor lo viví en mi casa desde que nací. Ya te decía que mi papá me ponía con Miguel a cantar canciones populares y boleros, pero cuando él se emparrandaba con Camilo Pirona y Victoriano Gutiérrez entonces retumbaba la casa con sus cantos. Camilo Pirona fue el primero a quien escuché tocando el tambor. Era un negro flaco, alto con unas manos grandes, bebía poco y no fumaba. Victoriano si bebía y Pablo Rodríguez también. Mi papá se echaba también sus palos pero quería que mi hermano Miguel aprendiera a tocar tambor con Camilo. Entonces cuando se enteraban que en la casa había fiesta se venía del Barrio Monteverde, Panchón Faneite, que tocaba guitarra y Camilo buscaba el ron y las verduras pa´la sopa. A Camilo le gustaba eso. Cuando murió me dijo en su cama que cantara tambor que no lo dejara morir. Que yo tenía talento pa´eso. El me veía como la que podía mantener la tradición porque la gente me respetaba por cantar en la radio.

Luego a Victoriano le dijeron que hiciera un grupo y a él se unieron Víctor “el Quebrao” y Juancho Chirinos; y con el grupo de Camilo pa´que no se muriera la tradición, mis hermanos Luis, Miguel y Felipe lo armaron y siguieron tocando. Cuando Victoriano tenía su grupo fue que llegó María Chiquitín, una curazoleña que vino a Coro por recomendación de una señora que se llamaba Norberta Acosta que le encomendaron que buscara a alguien que supiera hacer dulces de leche. Ahí es cuando María Chiquitín llega y se hace mujer de Victoriano y comienza a bailar tambor como se bailaba en Curazao. Antes nadie lo había hecho como ella llegó hacerlo y a lo mejor por eso dicen que María Chiquitín trajo el tambor a Coro, pero, no: ya el tambor hace un rato largo que se tocaba.

Ella salía a bailar por las calles todo el mes de diciembre y también por eso la gente la recuerda. Yo tenía 9 años cuando la conocí. Dicen que el tambor entró en un tiempo de silencio que no se escuchó ni se tocó al morir María Chiquitín, eso no es verdad, pero si hubo un bajón en lo que eran las reuniones, a pesar de que tú paseabas por La Guinea y en algunos solares se escuchaba siempre el tuntún del tambor.»

4to

«Desde 1946 yo cantaba tambor con esta gente y después con mis hermanos; pero cada uno fue dedicándose a sus cosas. Me casé en 1951, el 2 de enero y en octubre parí a mi primer hijo, Chucho. Tenía en mi mente esas palabras de Camilo Pirona de que el tambor no debía morir. Y me acordaba también cuando íbamos al Barrio Monteverde o a Chimpire a tocar, eso era bien sabroso porque gozábamos un imperio pero no sabíamos que había gente que estaba pendiente de nosotros y que nos habían escuchado. Ya estábamos en 1965. Mi hijo menor tenía 5 años, así que le dije a Benigno que iba a sacar mi grupo de tambor, porque no iba a dejar morir mi tambor, que me quitara lo demás pero el tambor, no.

Y le empecé a cantar:

Este Tambor es la causa de mi vida
este tambor es la causa de mi muerte;
y ese molino no muele mai,
aceite con él.

Entonces también se entusiasmó y formamos el grupo con los muchachos. Como yo también era costurera, comencé a confeccionar el vestuario de las bailarinas, con mucho color, porque quería transmitir toda la alegría posible a la gente con el tambor. Y comenzamos con Los Pimientosos, un grupo de familia que lo conformaban mi compadre Miguel Lugo, Juan Marín, Carlos Manzanarez, Miguel Chirinos y Chendo Chirinos que se la pasaban tocando en el barrio, y también con mis hermanos, mis sobrinos y después mis hijos. Al tiempo en el grupo quedaban solamente mis hijos y los sobrinos, y en 1972 vino Yolanda Moreno a investigar sobre el tambor que hacíamos y vio un ensayo y el baile que montamos. Y me preguntó que cómo se llamaba el grupo y le dije que no tenía nombre. Entonces ella dijo, Olga: pero si están todos tus hijos y sobrinos, ponle ¨Olga Camacho y su Camachera¨, y así lo hice.»

5to

«Un 30 de noviembre me fui a cantar al centro, por los lados de la Plaza San Clemente, comenzando La Alameda, con la intención de sacar el tambor del barrio y con la idea de tocar en un Club donde se la pasaba la gente encopetá de Coro. En la acera de enfrente, ahí tocamos y tocamos y tocamos, para ver si nos dejaban entrar; pero no, nos rechazaron.

Yo le dije a los muchachos, vamos a tocar en el Club; pero ellos no querían, y yo les insistí y recuerdo que al llegar a la puerta del Club me recibió Don Roger Leyba quien era uno de los dueños de Radio Coro y nos invitaron a que tocáramos, ¡ay Dios!, aquello fue maravilloso porque no dejaban de aplaudir y Don Roger Leyba me dijo, ¡te felicito Olga, ese tambor está bien bueno! Y al salir del Club Bolívar nos montamos en una camioneta en la parte de atrás y empezamos a tocar por todas las calles de Coro hasta que llegamos a La Guinea donde nos estaban esperando un gentío porque se enteraron que tocamos en el Club. Ahí fue cuando entonces salió el tambor del barrio y se empezó a escuchar en otros sitios.

El Gobernador Pedro Luis Bracho Navarrete me dijo que ya había escuchado algo del tambor con el grupo Los Pimientosos y le alegraba que ahora los corianos lo conocieran más conmigo. Recuerdo que el periodista Ildemaro Alguíndigue que trabajaba en el periódico La Mañana me hizo una entrevista y una de las preguntas fue que qué me gustaba más, si la gaita o el tambor, porque era tiempo de gaitas y todos los grupos estaban tocando gaitas. Yo le dije que el tambor porque la gaita era del Zulia y el tambor era coriano. Entonces el tituló el trabajo con ¨El Tambor Coriano de Olga Camacho¨, y de ahí pa’lante empezaron a llamar lo que tocábamos como Tambor Coriano. Y empezamos con esta tradición del repique cada 30 de noviembre para recibir el 1ero de diciembre, además de La Guinea, en las calles de Coro.»

6to y último compás

«Bueno, gracias a Dios me han hecho muchos homenajes en vida, y eso se agradece. Yo lo que he hecho toda mi vida es cantar porque me gusta cantar. Y si eso me lo reconocen, bueno lo disfruto.

Yo fui nombrada Patrimonio Regional y Nacional, fui condecorada por el presidente Chávez en el 2003, y la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, me nombró Doctora Honoris Causa el 30 de Julio del 2008; pero lo que más me gusta es cuando voy por la calle y la gente me saluda, ¨Hola Olga¨, eso pa`mi es suficiente porque ya sé que el tambor no se va morir. Por eso tengo el proyecto de la Escuela del Tambor que todavía no lo hemos sacado como debe ser pero ya tenemos la idea y ojalá pueda ver mi sueño hecho una realidad.

Todas esas muchachas que las he formado en el baile, que son vecinas, me han dicho que colaborarán con la Escuela. Y los muchachos que han pasado por La Camachera, también se han puesto a la orden. Así que por profesores no se para. Me muero yo, pero dejo mis retoños que van a seguir con el tambor coriano con todo para que no se muera nunca, porque este tambor no se va morir. ¡Sabooooorrrr!«


Nota del Editor: Olga Camacho falleció de 86 años, el martes 2 de septiembre de 2014.

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