
Solíamos conversar bastante igual en La Habana que en Caracas porque bastante que estuvo Adalberto Álvarez por tierras venezolanas. Fue por acá donde se le bautizó como “El Caballero del Son”.
Luego de una azarosa vida juvenil en sus estudios musicales, porque hay que decir que quiso ser médico y piloto, el hijo de Rosa Zayas y Enrique Álvarez reconoció su destino. Y qué destino de gloria para la música en Cuba y el mundo. Pero es que además el secreto no estuvo tanto en la música sino en la fidelidad a sus tradiciones, a no renegar de la Madre África y los secretos que acá dejaron sus hijos arrancados a la fuerza de su tierra. Acá en el Caribe reposan muchos secretos y aunque en Venezuela reniegan, Cuba y Haití los mantienen.

Este 11 de noviembre se cumplirán 47 años de la fundación del Son 14, siempre con el Son como brújula. Se agradece eternamente al profesor Rodulfo Vaillant que los hubiera convocado para Santiago de Cuba, y al inmenso pianista Frank Fernández para llevarlos a un estudio de grabación después de haber sacudido a los cubanos con su participación en el concurso Adolfo Guzmán, lo más selecto entre lo selecto. “A Bayamo en Coche” marcó una huella que no se borra.
Adalberto ya partió, pero su inmenso legado permanece junto a su autenticidad, su verdadera gloria.
El Son 14 dio paso a Adalberto y su Son y todo el Caribe sintió que los detalles estaban en él, en su genio creativo y sobre todo en su exacta cubanía.
A 47 años de la fundación de ese grupo que cambió buena parte de la panorámica musical caribeña, se le extraña a Adalberto, pero el regocijo permanece en su obra.
Bueno es también recordar que Adalberto nació en día de Santa Cecilia, la Madrona de los músicos, un 22 de noviembre.
Adalberto y su Son permanecen, como sólida herencia sonera.
@lildelvalle




